­Enric Gonyalons habló el pasado sábado con varios amigos mallorquines pocas horas antes de ser secuestrado. Durante la conversación se mostró muy contento del trabajo que realizaba y destacó que la zona de Sahara donde está el campamento de Rabuni, era una de las más tranquilas de las que había estado. Uno de los amigos con los que habló ayer el cooperante mallorquín fue Eber Grosske, hijo del ex teniente de alcalde del ayuntamiento de Palma, Eberhard Grosske. "Me comentó que se dedicaba a leer mucho y hacer deporte por el desierto. Estaba feliz con el trabajo y quedamos en vernos por Mallorca en Navidad", explicó ayer.

El mallorquín secuestrado era un entusiasta de su trabajo. Había cursado estudios en el instituto Ramón Llull y al salir de la universidad decidió dedicarse por completo a la ayuda humanitaria. Por este motivo, realizó un máster en cooperación internacional en el País Vasco y se enroló en la ONG Mundubat. Colombia fue su primer destino, pero después también estuvo en Camerún y Ruanda. Antes viajó por Filipinas, Palestina, Israel y Jordania para conocer el trabajo de diferentes organizaciones no gurnabentales en aquellas zonas de conflicto.

Tanto sus amigos como los responsables de Mundubat resaltaron el compromiso de Enric Gonyalons en ayudar a los refugiados. Estaba muy contento con el trabajo que realizaba en el campamento de Tinduf, ya que era un proyecto de formación profesional para los jóvenes. En concreto su misión consistía en enseñar un oficio que permitiera a los saharauis desenvolverse y subsistir cuando salieran del campamento de refugiados. Otra de las misiones del cooperante mallorquín era la coordinación del reparto de alimentos y medicamentos entre los refugiados.

Catalina Rosselló, vicepresidenta de la Asociación Amics del Poble Saharaui, explicó que Enric cuando venía a Mallorca era uno de sus principales colaboradores. Se mostró muy preocupada por el secuestro y pidió cautela para que termine en final feliz.La pasada semana, Enric Gonyalons, explicó a varios amigos las dificultades y las carencias en el campamento de refugiados de Rabuni. Relataba que durante el verano el calor fue espantoso y la arena se pegaba por todo el cuerpo. Asimismo, comentó que la corriente eléctrica se cortaba varias veces cada día. Pese a ello, se mostraba feliz porque el programa de formación cumplía los objetivos marcados.Gonyalons relataba en tono bromista a sus compañeros mallorquines que uno de los máximos peligros en el desierto eran las serpientes: "Si te pica una tienes media hora para llegar al hospital", les espetó.