Llevan bata blanca, no son médicos pero facilitan la comunicación entre el personal sanitario y los pacientes extranjeros. Son los mediadores culturales que trabajan en los centros de salud y en los hospitales con el fin de "romper las barreras" entre el enfermo inmigrantes y el médico o enfermera. Aina Mascaró es la coordinadora de los mediadores del Ib-Salut. Su misión no se ciñe únicamente en mediar en una consulta, sino que también asesoran en temas culturales a los facultativos y hacen mucho trabajo en educación sanitaria entre la población inmigrante. Salud dispone desde hace cuatro años de ocho mediadores culturales en Mallorca. Cinco trabajan en Palma y tres en la Part Forana. Además, otros dos están en Eivissa y Formentera mientras que en Menorca hay un persona encargada de mediar entre personal sanitario y población inmigrante. Los hospitales cuentan con once profesionales: Son Espases y Son Llàtzer tienen a su disposición cuatro mediadores cada uno, el Hospital de Inca cuenta con dos profesionales mientras que en Manacor hay uno.

Cada mediador se encarga de dos centros, aunque la intérprete de chino acude a Pere Garau, s´Escorxador y Casa del Mar. La responsable del servicio detalla que en el centro de Arquitecte Bennàssar, Camp Radó, Casa del Mar, El Terreno y Son Pizà los mediadores atienden a extranjeros de Europa del Este. Son Gotleu se centra en subsaharianos y marroquíes, mientras que a Pere Garau acuden dos, una para los inmigrantes de Marruecos y otra para la población procedente de China. Esta última también asiste en s´Escorxador. Mascaró señala que en Escola Graduada trabajan con subsaharianos y con sudamericanos y remarca que en esta área hacen mucha intervención fuera de la consulta. En los pueblos, los mediadores culturales son de árabe y el que acude a Inca, va un día por semana a Lloseta. Manacor comparte el servicio con Llucmajor y Felanitx con sa Pobla.

Los mediadores culturales intervienen en las consultas pero su trabajo no se limita en traducir la conversación entre el profesional sanitario y el usuario inmigrante, sino que además facilitan información sobre los circuitos sanitarios. Por ejemplo, detalla Mascaró, explican cómo pedir cita en el hospital o cómo acudir a una prueba como una analítica.

Una parte importante de su tarea se centra en el asesoramiento. Mascaró relata que muchas veces el médico le llama para hablar sobre un paciente sin su presencia. La explicación es sencilla: está interesado en conocer la cultura del país de donde procede el enfermo para tener en cuenta sus tradiciones y costumbres. Lo más común es hablar de la dieta, añade la mediadora. Por ejemplo, cuando un pediatra recomienda a una madre introducir las legumbres en la dieta de su hijo, puede que no sean las mismas en su país que aquí. Por ello, remarca Mascaró, comentamos la comida típica de los países del paciente y la adaptamos aquí. Para los pacientes diabéticos que quieren hacer el Ramadán, un mes antes mediadores y facultativos adaptan las dosis de insulina para que los inmigrantes puedan seguir con seguridad el mes de abstinencia sagrada.

Intervienen en salud mental. En el caso de los africanos, Mascaró les pregunta cómo ha sido su ruta para llegar a España ya que "pueden haberlo pasado muy mal". Cuenta que algunos han andado durante un año para llegar a Libia, después han pisado suelo italiano y al final han alcanzado el territorio español. "Pueden haber estado dos o tres años en ruta y ello no es nada fácil, peor es el caso de las mujeres cuando pueden interferir los intercambios sexuales", explica.

Educación por la salud

Parte de su labor consiste en la educación por la salud. Así se ponen en contacto con las entidades de los barrios y organizan visitas guiadas por los centros de salud para que conozcan su funcionamiento. Talleres de sexualidad, anticonceptivos, cocina saludable o alimentación infantil, además de dar información sobre qué hacer antes de acudir a Urgencias o cómo seguir una automedicación responsable son temas que tratan con los inmigrantes. Pero su trabajo no se limita a la población extranjera, también dan formación a los profesionales de la salud como por ejemplo con la divulgación de los hábitos sanitarios en Marruecos, además de hacer talleres sobre los países de los inmigrantes con el fin de romper la barrera entre médico y paciente.

Su labor es aplaudida por los profesionales. "Está muy bien disponer de un mediador porque si no es muy complicado pasar consulta, algunos no hablan nada de español", dice la coordinadora de enfermería de Pere Garau, Catalina Pericàs, que remarca que así se asegura que el paciente recibe toda la información como toca. "La mediadora de chino tiene mucho trabajo, va y viene de consulta en consulta", cuenta. La coordinadora de los médicos del centro, Elena Esteban, confirma lo complicado que era hacer un diagnóstico a una persona que no habla tu idioma: "Era caótico". Y es que antes, dice, algunos mayores venían con niños para que nos contaran qué les ocurría. Ahora esta barrera comunicativa se ha superado gracias a los mediadores.