Las barcas a pedales y las colchonetas hinchables han vuelto a las playas. También las hamacas y sus hamaqueros, que comparten desde hace unos días arena y turistas con el mismo ejército de masajistas asiáticas, músicos sin patria y trileros locales que ha aparecido entre las dunas como se esfumó: de golpe. Llegan para unirse en la pelea por los euros con los que nunca fallan. Ni siquiera en esos meses de invierno en lo que no venden un colín. Son los comerciantes ambulantes del litoral que, como los que no se mueven y sí pagan impuestos por subir la trapa cada verano, han abierto sus brazos de par en par a la savia que le da vida a Mallorca: el turista y sus dineros, que acuden juntos al toque de corneta que cada 1 de mayo abre todos los hoteles y viste de verano a la isla del verano (y solo del verano).

Lo confirman quienes más tienen que decir al respecto: los hoteleros, ese demiurgo que hace y deshace en la Mallorca de los 1.500 hoteles, que asegura que en unos días la maquinaría entrará en funcionamiento al 100%. Otra cosa es que carbure y acuñe euros por palés. Para ello habrá que esperar por lo menos hasta mediados de mayo. O eso se temen quienes viven del turismo en la isla, que auguran que este verano será el de la recuperación. El de la vuelta a la senda de la prosperidad y el nuevo amanecer. El que llevará a la comunidad del turismo a un futuro más parecido al pasado de hace tres años que al de hace dos.

Pero despacio y sin alharacas. Porque, ojo, recuperación y éxito no significan lo mismo en la Mallorca de 2010. ¿Por qué? Simplemente porque es muy fácil mejorar después de un 2009 para olvidar. De ello hablan hosteleros, comerciantes y hoteleros, que cimentan su análisis en los deprimentes precedentes. Por eso, y solo por eso, hablan de recuperación. "Es que es difícil que vaya a peor", argumentan unos y otros. No es fácil ir más abajo del fondo del hoyo, repiten. Se acuerdan así del verano de ETA y la gripe A, ese en el que las bombas de los terroristas y el temor al contagio por un virus porcino hoy oficialmente inocuo se bastaron para hundir en el pozo más profundo un verano que se inicio con junio y julio coqueteando al borde el precipicio.

El resultado de las bombas y los titulares gripales en Alemania fue el desastre que toda la isla aún lamenta: más de un millón de turistas perdidos y una caída de la cifra de negocio a la par inesperada y escalofriante: un 11% de retroceso que dejó a Mallorca literalmente diezmada. Con la cartera golpeada, la confianza ausente y el ánimo enfangado. Y de aquellos lodos de pesimismo mal curado vienen ahora los tímidos brotes verdosos a los que se aferra un sector que quiere creer, pese al volcán que hace unos días sumió de nuevo a Mallorca en el mal fario. "Espero que con el volcán se acabe la mala suerte. Lo normal es que a partir de ahora haya una mejoría. Antes del volcán estábamos convencidos, pero han vuelto las dudas. Hay que ser optimistas", explica el presidente de los restauradores, Antoni Mas, que aún le da vueltas a los 2.000 cubiertos que perdió en cinco días de cerrojazo aeroportuario a cuenta de la nube tóxica. "Los primeros golpes de remo son los más duros, y este año con el volcán nos va a tocar arrancar dos veces", añade Mas, que se declara rebelde ante el desastre y proclama que él, por su parte, está más que dispuesto a darle una oportunidad a la temporada que este fin de semana comienza: "Estamos preocupados por los retrasos en la apertura de hoteles y porque aún vemos escasa la llegada de turistas, pero aún estamos esperanzados en que la cosa va a ir mejor que el año pasado".

Su optimismo es moderado y epidémico: se contagian de él con las mismas reservas casi todos los consultados por Diario de Mallorca, que se obligan a confiar con más esperanza que convicción en un verano balsámico. "No hay ningún dato que nos haga pensar que no va a ser bueno", razona Aurelio Vázquez, de la Agrupación de Cadenas Hoteleras, que tira de manual y experiencia para recordar que este año la recuperación es sencilla: "El agosto pasado fue malísimo y frenó las ventas en Mallorca por causas que todos recordamos, por lo que no hay que ser muy optimista para esperar que este año se recupere ese mes".

Y un agosto bueno o incluso regular o medio malo sería mejor que el de 2009. Nuevamente la teoría del más bajo no se puede caer, apuntalada por datos que estimulan el optimismo. Apela a ellos el propio Vázquez, que tras analizar las economías de los principales clientes de Mallorca concluye que la mejoría es más que previsible. "Es que salvo el español, ningún mercado emisor ha empeorado", resume Aurelio Vázquez, en comunión absoluta en este punto con el otro gran representante del sector hotelero, Antoni Horrach, de la Federación Hotelera, que ve luz incluso entre los nubarrones que hace un año oscurecieron la economía británica y sus costas mallorquinas. "Tenemos la esperanza de que mejoren un poco el mercado alemán y el español. Y además es posible una importante mejoría en el británico, coincidiendo con el cambio de Gobierno [hay elecciones el 6 de mayo y las encuestas pronostican la caída del primer ministro, el laborista Gordon Brown], que puede ayudar a que la libra recupere fuerza con el euro y eso estimule las ventas".

Mallorca se prepara así para volver a segar en los mismos campos: Alemania, Reino Unido y España. Aunque lo de España está por ver. Lo subrayan en el Grupo Riu, que prevé un verano similar al pasado pero sin sustos, marcado por las ventas de última hora y las dudas en torno a un mercado español deprimido por un paro que no remite. Por eso hay quien quiere sembrar nuevos cultivos que eviten cosechas tan dañinas y localizadas como la que en 2009 arrasó Reino Unido y, en menor medida, Alemania y España. "Estamos viendo que algo se mueve en el mercado centroeuropeo. Empieza a funcionar bien: estamos subiendo en Polonia, Bulgaria, Austria e incluso Rusia", subraya la presidenta de la Asociación de Agencias de Viajes, Sylvia Riera, que cita entre sus favoritos para el futuro un país con arraigo mafioso en Mallorca y posibilidades turísticas incomparables: la Rusia de Medvedev, Putin y el renacimiento económico, un mercado grueso y suculento en el que han puesto sus ojos los estrategas del turismo mallorquín. "La verdad es que tenemos muchas esperanzas en que el mercado ruso aumente su peso en las islas", apunta Horrach, que también quiere más Italia, más Francia y más centroeuropa para acabar con el monocultivo británico y alemán que tan bien sienta en tiempos de bonanza y tan indigesto resulta cuando la recesión llama a la puerta.

Turista de bolsillo vacío

Y en la puerta sigue, por mucho que Mallorca busque en la fe la recuperación que, por ahora, los números no alumbran. "En lo que va de año hemos perdido un 15% de actividad", resume tajante el presidente de lo Asociación de Transporte Turístico, Rafael Roig, que pese a ello se niega a dar la batalla por pérdida. "Dicen que a mediados de mayo empezará a ir todo mucho mejor. A ver. Esperemos que sea así y este año sea mejor, como todos creemos", añade Roig, que asegura que esta primera semana de temporada será clave en términos predictivos. En la misma incertidumbre están en el negocio de los coches de alquiler, en el que solo saben que no saben nada. "De momento se ve un comportamiento muy similar al del año pasado. A partir de ahí, esperamos que la temporada sea mejor. Yo lo creo de verdad. La gente tiene que salir de vacaciones, y Mallorca es un destino privilegiado. Y en cualquier caso, estamos obligados a trabajar duro: hay que sembrar para el futuro, que la competencia es cada vez más dura", analiza Ramón Reus, de la Agrupación de Empresas de Alquiler de Vehículos de Balears.

También obligado por la fe (cosas de la fe, que cuando da, obliga) se expresa el presidente de los federación de comerciantes Afedeco, Bartolomé Servera, que interrumpe una comida con hoteleros para explicarle a este diario que "parece" que habrá recuperación. "Estoy ahora con unos amigos hoteleros que dicen que va ir un poco mejor, y estamos en una situación que damos por buena cualquier noticia un poco positiva", explica contagiado por una epidemia de optimismo moderado que no le impide ver el bosque: "Parece que vendrá más gente, pero seguiremos teniendo turistas de poder adquisitivo bajo, por lo que para el comercio será de nuevo difícil, sobre todo porque los precios se han ajustado ya al límite", razone Servera, convencido de que en semejante contexto la imaginación será clave. "Hay que hacer cosas distintas. En Palma por ejemplo queremos conseguir que los comerciantes entiendan que deben adaptarse a la demanda de los consumidores. Tenemos que lograr que el comercio de Palma esté abierto a diario hasta las 21.30 horas". En ello creen también los hosteleros, que tienen claro que Palma debe vivir más allá de las ocho.

Y también antes de mayo y después de septiembre. "Es que la temporada ya empieza mal porque empieza tarde. Y será corta, marcada además por un turismo que viene con el bolsillo vacío", abunda Juan Cabrera, hostelero y presidente de la pequeña y mediana empresa que está convencido de que la temporada de la recuperación no será tal. Al menos si no se toman de una vez por todas decisiones drásticas aplazadas más tiempo del conveniente: "Hay que darse cuenta de una vez de que hay que cerrar plazas y negocios y dimensionar mejor la oferta de la isla. Porque no podemos vivir de algo que no existe. Son, cada vez más, siete meses de sufrimiento para tres buenos", se lamenta Cabrera, que crítica desde hace años un exceso de competencia que ahora notan en sus cuentas profesionales tan dispares como comerciantes, camareros y guías turísticas. Da fe de ello Magdalena Torrens, guía turística y líder de un colectivo que este año no acaba de arrancar. "Somos 200 y la mitad no tienen trabajo, cuando ya deberíamos estar trabajando todos", detalla, antes de declararse "optimista pese a todo". Magdalena, como casi todos, quiere creer. Y cree. Cosas de la fe, que no entiende de números.