El fútbol del Barça me aburre mortalmente –un Messi y diez comparsas–, pero puedo digerirlo cuando lo endulzan el Madrid o el Mallorca. En estas excepciones me acojo a la tradición contemplativa, pero hoy sólo he venido a ajustar cuentas. Por ejemplo, los dos millones que cuesta el cuadro técnico de Caparrós parecen más generosos que las primas de los banqueros. Hasta Miguel Angel Nadal extraería mayor rendimiento de esta plantilla.

Sintetizando, Caparrós cobra el doble que Laudrup y no consigue ni la mitad de sus puntos. Por lo visto, los administradores judiciales son más mallorquinistas de lo que pensábamos, aunque se supone que velan por intereses de mayor amplitud. Admitamos que el técnico andaluz le tome finalmente el pulso a la categoría, a riesgo de que el enfermo ya haya fallecido para entonces.

Los debuts en el Camp Nou de Bigas y Jiménez deberían sellar el espíritu innovador de Caparrós, pero también despiden un aroma de coartada exculpatoria. Puestos a provocar con las alineaciones, mi propuesta es que salten al campo Pedro Terrasa y Llorenç Serra Ferrer, con Miquel Coca de guardameta. En su enfrentamiento particular han derrochado mas combatividad que la plantilla, y las circunstancias del club no pueden empeorar.

La salvación del Mallorca está en otra parte, y sólo encajó dos goles másde los previsibles en el Camp Nou. Sin embargo, los mallorquinistas pierden ahora en las dos Ligas. Nos tenía acostumbrados a humillaciones ante colistas como el Gijón, pero a cambio empataba el año pasado con Madrid y Barça, amarrando dos puntos que salvaron la categoría.

Se ha perdido la dimensión heroica, el Mallorca cae ante Gijón y Barça, su cadencia está muy por debajo de los 43 puntos de la salvación final. En cuanto al soporífero equipo de un solo hombre de Guardiola, el penalty liberó de la ansiedad a Messi, y en esa catarsis labró sus otros dos goles. (¿Podría haber escrito este artículo antes de empezar el partido? Por supuesto, y les dejo en la duda).