El drama de Marco Caneira, el jugador del Valencia cuya hija de ocho meses murió en los minutos previos al partido que su equipo disputó el domingo ante el Osasuna, provocó ayer un aluvión de críticas a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), por insensibilidad y no suspender el encuentro.

Nadie fue más contundente que el delantero osasunista Sabo Milosevic. "No tengo ninguna duda de que el partido no se podía jugar en esas condiciones. Para mí es una locura. Siempre he dicho que los futbolistas somos gladiadores modernos, pero esto ya es demasiado", afirmó el futbolista serbio.

"Yo sé que el fútbol significa para muchos la vida y para mí primero, pero comparar fútbol con una vida humana no me convence", dijo el internacional serbio. Milosevic no entiende que se sostuviera que el fallecimiento de la hija de ocho meses de Caneira no fuera una causa de fuerza mayor.

Sobre la posibilidad de haberlo aplazado sin esperar la conformidad de la Federación Española, Milosevic comentó: "No sé quién está encargado de tomar esas decisiones, pero jugar un partido cuando la hija de un jugador muere una hora antes del partido, es inútil, no tengo ni palabras para eso".

Caneira recibió una llamada de teléfono a poco menos de una hora de comenzar el partido, correspondiente a la decimonovena jornada de la Liga española. Entonces, le comunicaron la noticia de la 'muerte súbita' de su hija María. A partir de ahí las noticias son confusas y abundan las versiones.

El Valencia sostiene que llegó a un acuerdo con el Osasuna para suspender el encuentro, pero que el árbitro, González Vázquez, indicó que debía consultarlo con los altos dirigentes federativos porque el suceso no está tipificado en los reglamentos como una "causa mayor".

El Valencia, indignado, asegura que no hubo manera de localizar a ningún miembro de la RFEF. Otras fuentes indican que el propio equipo valenciano descartó la posibilidad de suspender el encuentro, porque el partido debía comenzar y temía por la pérdida de los puntos. El Valencia lo niega.

Así, la RFEF aparece de nuevo salpicada por un hecho polémico, aunque sus responsables niegan cualquier negligencia por su parte. Incluso un portavoz de la RFEF aseguró ayer que "no hay previsto emitir ningún comunicado oficial para cerrar un tema que se ha desorbitado". Eso sí, el trágico suceso vuelve a reabrir el debate sobre lo ajeno que permanece el deporte a ciertos hechos luctuosos, y ayer también se recordó cómo el mismo Valencia se vio obligado a jugar en marzo un partido de la Copa de la UEFA, en Turquía, doce horas después de los atentados terroristas de Madrid, y como el fútbol europeo no paró el 11-S.