La mañana en la calle Bartomeu Xamena de la Platja de Palma es un goteo de coches llenos de cajas de comida, ropa y medicamentosLa iglesia de los ucranianos en Mallorca es uno de los centros neurálgicos de la solidaridad con el pueblo invadido por Rusia. Una de las voluntarias de la Asociación Familia Ucraniana de la isla, Kristina Reznik, coordina la logística de esta ayuda y las entradas y salidas del templo. Ella es refugiada, abandonó en 2018 su ciudad, Melitópol, «porque la presión de Rusia ya estaba llegando y querían crear una base militar allí. Las sirenas sonaban constantemente. Pedí el asilo y me lo dieron», relata a este periódico. En estos momentos (sábado), esta joven controla que un tráiler repleto de ayuda pueda salir de Mallorca por el puerto en las próximas horas poniendo rumbo a Barcelona para alcanzar la frontera de Polonia con Ucrania unas 36 horas después. «De momento, desde el pasado domingo que empezamos esta recolecta solidaria, hemos podido enviar y sabemos que han llegado a destino cuatro furgonetas bien cargadas», explica.