Antonio viajó a Ucrania desde Mallorca para pasar unos días tranquilos con su pareja, médico militar en Kiev. «Nadie creía que Rusia terminaría invadiendo el país y estallaría la guerra», justifica. «Ni yo ni la mayoría de los ciudadanos del país, que confiaban en que finalmente se impondría la solución diplomática, aunque fuera en el último momento», comenta. Pero no fue así. La madrugada del jueves se iniciaron las hostilidades y las bombas rusas empezaron a caer a pocos kilómetros de la capital, extendiendo el pánico con cada nueva detonación, reconoce.