El autor acaba de recibir el Premio Nacional de Narrativa del Ministerio de Cultura por su último y polémico libro, ´Anatomía de un instante´, en el que desde una mezcla de géneros analiza la época del golpe de Estado de Tejero, y sostiene que la Guerra Civil se acabó el 23-F. Entre sus obras, figuran ´Soldados de Salamina´ (2001), traducida a 24 idiomas, ´La velocidad de la luz´ (2005) y ´Anatomía de un instante´ (2009).

–El jurado del Premio Nacional de Narrativa ha valorado que ´Anatomía de un instante´ es un libro valiente, en la forma y el contenido, ¿qué le parece?

–El coraje en un escritor es como en un torero: se le supone. Un escritor cobarde no es un escritor. Como persona puedes ser cobarde, yo tengo muchos miedos, pero como escritor, no puedo.

–¿Qué cree que deben retener los jóvenes sobre la Transición? Porque hay clichés que se repiten y parecen gastados...

–Teniendo en cuenta los 300 años anteriores, aquello salió razonablemente bien. Era muy difícil, la política es algo de grises, no de blancos o negros. ¿No se hizo justicia? No. Pero la justicia absoluta puede ser la más absoluta de las injusticias. De la Transición hay una visión rosa y una visión negra, y las dos son falsas. Ni todo fue perfecto, tipo la versión del Rey y Suárez, ni todo fue una bajada de pantalones. Los jóvenes deben darse cuenta de que la realidad no es ni una ni otra.

–¿La justicia puede extra-limitarse?

–La justicia absoluta puede ser la peor de las injusticias. Lo hemos visto en Polonia, con la caza de brujas de los hermanos Kaczynski contra los antiguos comunistas. Hay que buscar equilibrios difíciles, la realidad no funciona con verdades nítidas.

–Parece que arrastramos estas dos Españas seculares ... ¿Tiene solución el cainismo?

–Lo de las dos Españas es un cliché. Las dos españas se acabaron en el momento del 23-F. Esto es lo que sostiene mi libro. Las dos Españas surgieron a finales del siglo XIX para entender la realidad desde un instrumento válido, ¿sabes? Pero ahora no sirve. Cuando la gente dice que se vuelve al 36, no tienen ni puta idea del clima del 36. Esto es una excusa para no ver la realidad: si analizamos la realidad con categorías del pasado, no entendemos la realidad. Ahora tenemos problemas muy serios, pero que haya derechas e izquierdas, ¡eso existe en todos los países! Las dos Españas son una excusa para no pensar.

–¿La concesión del Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa es un impulso para las letras hispánicas?

–Es un premio para Vargas Llosa. No creo que el Nobel premie la lengua. Vargas Llosa es un gran escritor, se merecía el premio desde hace muchos años. Pero eso del ´éxito del español´ es una tontería como una casa. ¿El español necesitaba un Premio Nobel? No lo sé. Y si le dan un premio Nobel a un autor que escribe en catalán, ¿es un premio al catalán? No tengo ni idea. Es un premio y ya está. Se le debería preguntar a los miembros del jurado de la academia sueca.

–Como autor que escribe en castellano en Cataluña, ¿qué opina de la polémica suscitada precisamente sobre Vargas Llosa, a quien algunos acusan de atacar al catalán?

–Vargas Llosa no está contra el catalán, está contra el nacionalismo: contra todos los nacionalismos. Ve el nacionalismo, cualquier nacionalismo, como una ideología perversa. Incluido el nacionalismo español. ¿Quién se ha inventado esto? (Ríe).

–¿Debe separarse el tema de la lengua de la política?

–Totalmente. El nacionalismo dice que la lengua es suya, y no es verdad. El español no es de los nacionalistas españoles, ni el catalán de los nacionalistas catalanes. El español es de los que hablan castellano, los colombianos y de medio mundo. Y el catalán es de aquel que habla catalán. Es tan mío como de Artur Mas, o de Puigcercós.

–Con esta crisis, reaparecen fantasmas como la extrema derecha, y la inmigración es presentada como un problema... ¿Cómo se combate esta política de las vísceras?

–¡Esto es fundamental! Las dos Españas no arreglan esto. Este es otro problema: los golpes de Estado, el ejército... ya es un tema del pasado. ¡Esto ya no existe! Esto terminó el 23 de febrero, allí acabó la Guerra Civil.

–¿Y cómo se acaba con los populismos?

–Utilizando la razón, algo muy difícil en política. Mirando la realidad cara a cara, y no escondiendo los problemas. Todos sabíamos que cuando hubiera crisis, y cuando los inmigrantes ya no hicieran los trabajos que nosotros no queríamos hacer, tendríamos un problema. España es el país, si los datos de la demógrafa Cabré son ciertos, que proporcionalmente más inmigrantes ha acogido en los últimos años. Era un ritmo salvaje. Ahora que no hay trabajo, es inevitable: hay brotes, pero no nos podemos esconder en discursos rosa, ni en discursos racistas. Hay que mirar al racismo y a la xenofobia cara a cara. ¡Esto es el peligro real! Y ya me explicarás para qué sirven las dos Españas.