El pasado miércoles tuvo lugar un acto de Carles Delgado en s´Escorxador, dentro de su carrera hacia la derrota en el congreso del PP balear. Asistieron José María Rodríguez y la plana mayor del PP palmesano. El alcalde de Calvià –cien veces mejor candidato que el también español José Ramón Bauzá, pero con la estrategia equivocada– se envalentona y disecciona la prensa local. "Este periódico lo tengo controlado, el otro no me puede ver porque les fastidié su pelotazo inmobiliario, y en DIARIO de MALLORCA me tienen miedo".

Es importante que los políticos dicten a los periodistas la actitud que deben adoptar hacia ellos, y Delgado estaba aplicando a este diario un mecanismo de transferencia. En efecto, hará el ridículo si llega al congreso, porque da miedo a sus correligionarios. Su voluntad de pureza –no siempre refrendada por los hechos– lo relega a la marginalidad. Ni siquiera capitaliza el coraje de haber sido el primero en su partido que se enfrentó a James Matas. Su intransigencia le ha privado de apoyos externos, aunque los líderes del PP conocen la debilidad mayúscula de Bauzá, el hombre que en una rueda de prensa demostró que ignoraba las diferencias entre las mociones de confianza y de censura.

Hoy, incluso Rosa Estarás denuncia a Matas en un juzgado de Instrucción, como si el Consolat hubiera sido un Guantánamo donde la vicepresidenta era torturada. Sin embargo, entre 2003 y 2007, Euroestarás se hubiera molestado si alguien hubiera insinuado que el president tomaba una sola decisión que no estuviera relacionada con el avituallamiento de su palacete. Estarasburgo propagó con entusiasmo la especie de que ella gobernaba en solitario, mientras Matas se concentraba en el interiorismo.

La situación no mejora en la otra orilla. Desde que Sant Francesc d´Antich se hartó de convivir con el hermano lobo de UM, el president impávido ha acelerado la realidad política y no salimos del vértigo. Del código ético al frenético, la tensa y protocolaria reunión de la izquierda con sus socios expulsados en el Consolat fue dinamitada por Joan Monjo, descendiente colateral de Joan March Ordinas y a la sazón secretario general de UM, que le soltó al president:

–¿Y tú por qué nos has sacado del Govern?

Reparen en el tuteo confianzudo, sin utilizar la dignidad presidencial –el conseller Mateu Cañellas siempre se dirigió a Antich como "president", gesto muy apreciado por su receptor– ni adjuntar un respetuoso Molt Honorable. En estas ocasiones, el inquilino del Consolat balbucea e insiste en que "los míos me lo han exigido, las presiones que recibo de Aina Calvo,..." Esta vez agregó un nuevo argumento:

–He perdido la confianza.

Monjo no estaba dispuesto a soltar su presa, tenía cien preguntas para el president:

–¿Tú has perdido la confianza? No te confundas. Nosotros te hemos perdido la confianza, y ni te imaginas lo mucho que te costará recuperarla.

Siempre conciliador, el president se dirige a Monjo para cambiar de tercio:

–¿Tienes alguna propuesta?

–¿A mí me lo preguntas? Tú eres el president, ya harás tú las propuestas.

Al acto asistieron como espectadores mudos y aterrorizados los todavía consellers Carles Manera, Albert Moragues y Gariel Vicens. Finalizado el encontronazo, coincidieron en un aliviado "Monjo, menudo miura". Sin embargo, Antich disponía de un argumento irrefutable para desactivar al dirigente de UM:

–Yo os he facilitado las destituciones de Miquel Nadal y de Maria Antònia Munar, las figuras paternales que os aterrorizan y que os negáis a descabezar, a costa de vuestra propia supervivencia.

Dada la repercusión de nuestra información sobre la detención de Nadal en Cort, convocado por la alcaldesa a requerimiento de los cuatro policías que se personaron en el despacho consistorial, nos dilataremos en algún detalle. La socialista efectuó la citación por sms, después de explicar a los funcionarios policiales que era el método habitual de contactar con su teórico socio.

Para Nadal, hay algo peor que pasar la noche en el calabozo, y es que la convocatoria procediera de su odiada alcaldesa. Por eso ha ofrecido su voto al PP sin contrapartidas. Está sediento de venganza. El antiguo mayordomo de Munar ya ha liquidado a UM –por decisión expresa de los pseudonacionalistas– y al Govern –por la voluntad manifiesta de Antich, que lo cobijó en lugar de desalojarlo–. La cuestión actual es, ¿puede acabar también con los residuos del PP? Apuesto a que sí.

Si desean un duelo más apasionante que el Antich/Monjo, ahí tienen el Calvo/Rodríguez. Sus dos entrevistas para el cambio de poder en Cort son dignas de un drama de Strindberg o de Boadella. Recuerden que el presidente de los conservadores palmesanos anunció en estas páginas, tan temerosas de Delgado, que se sentía más que dispuesto a presidir Cort. La bulimia le obliga a colocar una peligrosa figura de transición, en la misma paradoja que paraliza la moción de censura en el Parlament. Después de dos reuniones entre Calvo y Rodríguez, la alcaldesa no sucumbió al tentador "tú y yo podemos gobernar juntos y pensar en Palma más allá de 2011, por el bien de la ciudad". A cambio de sacrificar al Bloc.

Cuando acaben las pavadas sobre la redecoración de sa Feixina –una asociación cultural empeñada en salvar un mamotreto, porque así se lo ordena el cacique local–, que alguien nos explique los inmundos parches que deslucen el pavimentado del Parc de la Mar. Esa obra bastaría para encumbrar a Pere Nicolau, del mismo modo que Son Sant Joan bastaría para arruinarlo. En la estética ciclista de Cort, rehabilitar significa pasar una capa de cemento o de alquitrán.

Reflexión dominical genética: "El ADN no distingue a Hitler de sus víctimas".