Equipo Pegaso de la Guardia Civil: guardianes del aire contra drones y globos aerostáticos no autorizados

Especialistas de la Guardia Civil vigilan los cielos de las islas: desde globos aerostáticos y drones a helicópteros utilizados como taxis aéreos

Así es el Equipo Pegaso de la Guardia Civil que controla el espacio aéreo de Baleares

B. Ramon

Xavier Peris

Xavier Peris

El incremento de la actividad aérea y sobre todo la eclosión de los drones llevó a la Guardia Civil a crear en 2018 un grupo especial: el Equipo Pegaso. Los agentes Enrique Monter y David Rodríguez integran la unidad en Balears. Su cometido: controlar todas las actividades que se realizan en el espacio aéreo de las islas. No solo los vuelos convencionales, sino los globos aerostáticos, ultraligeros, paramotor, ala delta, drones y la vigilancia de las torres de comunicaciones. Todo para evitar que se produzcan incidencias en la navegación aérea. En los últimos meses han tenido varias actuaciones destacadas, como las sanciones a dos empresas de helicópteros, una de excursiones y otra que funcionaba como «taxi aéreo», por aterrizar demasiado cerca de las casas en la Colónia de Sant Jordi y una urbanización de Alcúdia. «En Mallorca hay mucha actividad de helicópteros que funcional como taxi aéreo y vuelos deportivos, sobre todo en verano», explica el guardia Monter. «Y también aumentan los incidentes con drones, porque muchos turistas se los traen en el equipaje».

El control de los drones es una de los principales actuaciones del Equipo Pegaso. Se trata sobre todo de evitar que puedan interferir con un vuelo comercial y provocar un accidente. También realizan funciones de vigilancia ante un hipotético ataque terrorista con estos aparatos en infraestructuras sensibles o en reuniones de personas, e incluso impedir que se utilicen para introducir objetos prohibidos en la prisión. Para ello cuentan con un detector que les permite localizar estos aparatos en vuelo en un radio de veinte kilómetros, y unos potentes inhibidores con los que pueden desconectar el dispositivo del piloto, de manera que quedan a la deriva hasta que agotan la batería. Solo desde el pasado verano los agentes del Equipo Pegaso han impuesto una veintena de denuncias a personas por volar drones fuera de los espacios permitidos en Mallorca.

Los guardias Enrique Monter y David Rodríguez, con inhibidores de drones en las instalaciones de Son Sant Joan. |  B. RAMON

Los guardias Enrique Monter y David Rodríguez, con inhibidores de drones en las instalaciones de Son Sant Joan. / B. Ramon

Otro de los sectores que generan más incidencias es el de los helicópteros. En Mallorca hay varias empresas que funcionan como «aerotaxis». Es perfectamente legal, pero los agentes del Equipo Pegaso han tenido que intervenir durante los últimos meses en varios casos en los que se detectaron irregularidades.

Uno de ellos fue en agosto en la Colònia de Sant Jordi. Varios vecinos de la localidad denunciaron que cuatro helicópteros habían aterrizado en un solar muy cerca de sus casas, provocando molestias por el viento y el ruido que generaron. El Equipo Pegaso localizó los aparatos en un hangar de Son Bonet e identificó al propietario, una empresa que se dedicaba a escuela de vuelo y viajes chárter. Estaban finalizando una excursión siguiendo todo el perímetro de la costa española. El informe de Pegaso concluyó que en el caso del aterrizaje en la Colònia no se habían seguido las normas de seguridad, al maniobrar muy cerca de viviendas y el tendido eléctrico, por lo que fueron denunciados a la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA).

Un incidente similar se produjo el pasado 5 de septiembre. Vecinos de la urbanización Bonaire de Alcúdia alertaron de que un helicóptero estuvo sobrevolando sus casas, aterrizando y despegando varias veces. Las fotos aportadas por los testigos permitieron localizar la aeronave, propiedad de un particular, que al parecer se la había cedido a una empresa que gestiona taxis aéreos. Ese día participaron en una fiesta celebrada en una mansión de la urbanización, que incluía el traslado en helicóptero al evento. En total realizaron seis aterrizajes y seis despegues con invitados a bordo. Las gestiones de los guardias civiles permitieron confirmar que el aparato no contaba con el certificado AOC, necesario para realizar actividades comerciales, por lo que la empresa fue también denunciada.

Otro aterrizaje insólito, en este caso el de un gran helicóptero con turbinas procedente de Mónaco en un agroturismo de Manacor permitió descubrir a los agentes iregularidades en el helipuerto del establecimiento, que no contaba con la certificación de AENA. El aparato levantó tal nube de polvo que le entró en las turbinas, por lo que quedó inmovilizado hasta que un mecánico vino especialmente desde Portugal a revisarlo.

Las gestiones del equipo se extienden a los vuelos deportivos y el control de diferentes instalaciones sensibles. Los agentes realizan periódicas inspecciones a los cuatro aeródromos que existen en Mallorca -en Son Bonet, Petra, Llucmajor y Binissalem- y otros tantos recintos privados, donde controlan que todos los aparatos cuenten con la documentación en regla, al igual que los helipuertos que hay repartidos por las islas.

Los agentes constatan la gran afluencia de tráfico en el espacio aéreo de la isla. «En una visita al aeródromo de Son Albertí, en Llucmajor, aterrizaron cuatro ultraligeros en un momento», comenta Monter. «Estos aparatos no necesitan un plan de vuelo, pero tienen que informar a los aeródromos y evitar entrar en las zonas de tráfico convencional».

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