Tómatelo en serie

'Atracción fatal', antes y ahora: de la misoginia a la simpatía por la villana

En la serie que SkyShowtime estrena el lunes, con triple episodio, el lío con final feroz de Dan Gallagher y Alex Forrest es solo un punto de partida

Glenn Close y Michael Douglas, en la versión de 1987 de 'Atracción fatal', Joshua Jackson y Lizzy Caplan, en el nuevo 'remake' en formato serie. /

Glenn Close y Michael Douglas, en la versión de 1987 de 'Atracción fatal', Joshua Jackson y Lizzy Caplan, en el nuevo 'remake' en formato serie. /

Juan Manuel Freire

Cuando, en febrero de 2021, Paramount+ anunció una importante ronda de series basadas en películas emblemáticas de su marca, a nadie le extrañó que en la lista apareciese 'Fatal attraction ('Atracción fatal'), anunciada como una "reelaboración profunda" del 'psycho-thriller' erótico con Glenn Close y Michael Douglas. Al fin y al cabo, hablamos de una película de la que, casi cuatro décadas después de su estreno, se sigue hablando. Especialmente entre 1987 y 1988, era un deber ciudadano dar su opinión sobre ella. La obra (casi) maestra de Adrian Lyne fue número uno durante seis semanas en Estados Unidos y diez en Reino Unido, y en España fue el tercer estreno con mejor recaudación de 1988, solo por detrás de 'El último emperador' y 'Mujeres al borde de un ataque de nervios'.

Una versión expandida

En la serie que SkyShowtime estrena el lunes, día 22, con triple episodio, el lío con final feroz de Dan Gallagher y Alex Forrest es solo un punto de partida para algo más expansivo. Como ocho horas no se llenan tan fácilmente como dos, Alexandra Cunningham ('Dirty John') y Kevin J. Hynes ('Perry Mason') se han visto impelidos a desdoblar el antiguo cuento oscuro con moraleja en un alambicado misterio de asesinato y un retrato de personajes no exento de marco teórico psicoanalítico. 

La acción arranca quince años después de la muerte de Forrest (Lizzy Caplan), en este caso, en apariencia, a manos de Gallagher (Joshua Jackson), que tras salir en libertad condicional se dispone a ajustar cuentas y recuperar el contacto con su exmujer Beth (Amanda Peet) y su ya bastante crecida hija Ellen (Alyssa Jirrels), cuyos estudios de psicología propician la introducción de lecciones y discusiones sobre conceptos junguianos como la sombra o lado oscuro de la persona. 

Las escenas desarrolladas en 2008 son las que sirven el 'remake', con notables cambios, de la trama más conocida: hombre casado tiene una aventura con mujer soltera y con carrera profesional y un conejo mascota acaba hirviendo en la olla

Entender a Alex

Al feminismo de la conservadora era Reagan no le gustó el tratamiento reservado al personaje de Alex Forrest, especie de representación terrorífica de la liberación femenina que, además, sufría las consecuencias del drama como nadie. En el final original de la película, estirando del motivo recurrente de 'Madama Butterfly', Alex se quitaba a sí misma la vida e incriminaba de ese modo a Dan por su muerte. Pero aquel desenlace tristemente coherente tan solo se vio en Japón. El final que trajo catarsis y discusiones alrededor del mundo fue el que transformaba a Alex en una Jason Voorhees rematada por la esposa burguesa encarnada por Anne Archer.

Entre las misiones que se fijaron Cunningham y Hynes estaba ser más justos con Forrest, ahora ya no editora sino trabajadora social, lo que ayuda a la empatía del espectador, y personaje enriquecido con una biografía y unas motivaciones más ampliamente definidas. Siguiendo una tendencia habitual en las series contemporáneas, el punto de vista salta del teórico protagonista (Dan) a otro personaje (Alex) en el momento menos esperado: oportunidad para sumergirnos en una soledad desestabilizadora y recordar de nuevo qué supone ser mujer en un mundo dominado por los valores masculinos tóxicos tradicionales. 

Con todos los respetos por Joshua Jackson, es realmente Lizzy Caplan quien domina la serie y quien la eleva por encima del refrito recalentado. Como en 'Masters of sex' o más recientemente 'Fleishman está en apuros', su mirada azul grisácea transmite una inteligencia irrefrenable y una compleja mezcla de vulnerabilidad y determinación; o verdad, a secas.

Queda la duda, quizá no demasiado grande, de si esta nueva 'Atracción fatal' logrará borrar el rastro del polémico original. Será complicado: en el proceso de mejora, ampliación y dignificación se ha perdido el desenfado efectista y efectivo que convirtió a la película en fenómeno de masas.

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