Homicidio

El descuartizador de Asturias: una disputa por los perros de la víctima desencadenó el crimen

El homicida achacaba a las dos mascotas de Santos Conrado, a quien apuñaló en el corazón, las infecciones que sufría en una pierna

Javier R. E., a su llegada a los Juzgados de Langreo el pasado lunes.

Javier R. E., a su llegada a los Juzgados de Langreo el pasado lunes. / Fernando Rodríguez / MIGUEL Á. GUTIÉRREZ

Miguel Á. Gutiérrez

–Les tengo más cariño a mis perros que a ti.

Esas fueron las últimas palabras que salieron de la boca de Santos Conrado. Lo siguiente que vio venir fueron tres puñaladas. Dos acabaron en el esternón. La tercera alcanzó el corazón y terminó con su vida en poco tiempo. A su lado estaba, con el cuchillo en la mano, Javier R. E., el autor confeso del crimen, que residía con Conrado en su casa de La Felguera (Asturias) desde hace unos meses. La fatal discusión fue la última de muchas de una convivencia difícil en el número 30 de la calle Joaquín Costa, en ocasiones marcada por las desavenencias por el dinero y las drogas. Javier R. E., de 58 años y conocido de la Policía por su adicción a los estupefacientes, acabaría descuartizando el cuerpo del dueño de la vivienda –de 71 años y también involucrado en el mundo de la droga y el "trapicheo"– en un suceso que ha conmocionado a toda la comarca del Nalón.

En la casa del langreano barrio de El Villar se sucedían las broncas entre los dos compañeros de vivienda. Con los dos hombres residían los perros de Conrado, dos border collie que finalmente fueron, de forma involuntaria, el detonante del crimen. El dueño de la casa les tenía un gran aprecio a sus mascotas, y, precisamente, una de las situaciones que hicieron preocuparse a los vecinos fue el hecho de dejar de ver a Conrado sacar a pasearlas, como era habitual.

Desde que había salido de la cárcel, Conrado, para caminar con soltura, precisaba la ayuda de una máquina de oxígeno, que arrastraba gracias a un carrito.

Caída

El autor confeso de los hechos también tenía problemas de movilidad. Utilizaba muletas porque, según ha podido saber este diario, hace unos meses había sufrido una caída al intentar entrar en una casa. Como resultado de ello se rompió la tibia y el peroné. Sufrió una fractura abierta y no acababa de recuperarse de su lesión porque, según su versión, a causa de la convivencia con los perros había cogido varias infecciones, lo que provocaba discusiones frecuentes con el dueño de la casa. El día del crimen, según declaró Javier R. E., se encontraba especialmente mal, por lo que se inició una nueva disputa con Conrado, que rechazó darle droga. La discusión fue subiendo de tono hasta que la víctima le espetó que le tenía más aprecio a los perros que a él. Javier R. E. lo apuñaló entonces con un cuchillo. Descuartizó el cuerpo y lo repartió en bolsas de basura por distintos escenarios en el entorno de la vivienda que ocupaban víctima y verdugo.

El hombre fue detenido por la Policía pocas horas después de aparecer la primera bolsa con restos humanos. El martes, Javier R. E. compareció en el Juzgado de primera instancia e instrucción número 2 de Langreo, donde se decretó su ingreso en prisión provisional.

Rubén Díaz, que se ha hecho cargo de la defensa del autor confeso del crimen de La Felguera por el turno de oficio, señaló entonces que el hombre, vecino de La Felguera de 58 años de edad y drogodependiente desde hace años, "está tranquilo, es conocedor de lo que hizo y puede vislumbrar las consecuencias", aseguró el letrado. Díaz expuso que su defendido "trató de explicar los hechos al juez de la manera que él percibe lo ocurrido". El abogado aludió a la realidad y el entorno en que vive Javier R. E. y su fuerte adicción a las drogas. "No percibe la realidad ni recuerda las cosas como podemos hacerlo nosotros", apuntó.

El hombre, según su defensa, "contó lo que quiso y pudo contar, sin tergiversar ni ocultar nada". "Ha reconocido que es la persona que cometió el homicidio y, posteriormente, desmembró el cuerpo, y lo ha hecho con un relato ordenado y verosímil", aseguró Rubén Díaz, que entiende que "los hechos pueden tener muchos puntos de vista y analizarse desde distinta perspectiva"; es decir, "Javier ha reconocido que mató y descuartizó a la víctima, pero faltan averiguaciones y pruebas".

Confesión

Después de la confesión, el magistrado titular del Juzgado de primera instancia e instrucción número 2 de Langreo, en funciones de guardia, dictó un auto de prisión provisional, comunicada y sin fianza para Javier R. E. Las diligencias obedecen a un delito de homicidio "sin perjuicio de que dicha calificación pudiese cambiarse según avance el procedimiento". Podría ser acusado de asesinato si hubo agravantes como alevosía o ensañamiento.

La Fiscalía del Principado de Asturias había solicitado en el Juzgado el ingreso en prisión " al considerar que existen indicios suficientes de la autoría de los hechos por parte del detenido, además del propio reconocimiento de los hechos que hizo en su declaración, y riesgo de fuga, por lo elevado de las penas que, en caso de condena, podrían imponerse al investigado".

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