Había decidido cortar todo contacto. Por más que le dijo no, él no entendía que no quería tener una relación. "Voy a decirle que estoy con otro hombre para que me deje en paz", dijo antes de salir. Eran las 12:30 horas del 26 de febrero de 2020 cuando Esther Escobar se despidió de su hermana: "Me voy, Antonio está aquí".

Fue la última vez que hablaron. A las 19:10 horas, cuando regresaba a casa, en el madrileño barrio de Ciudad Lineal, Antonio Leal la asesinó de un disparo en la cabeza. Quedó tendida en el suelo, moriría en el hospital horas después.

Dos años después del crimen, la Audiencia Provincial de Madrid dicta sentencia: 17 años de cárcel y dos años más por tenencia ilícita de armas -19 en total- frente a los 25 que pedían el fiscal y la acusación particular. El tribunal reduce la pena porque aprecia los atenuantes de confesión y de arrebato, obcecación u otro estado pasional. "Es injusto", lamenta a CASO ABIERTO, portal de sucesos e investigación de Prensa Ibérica, la familia de la mujer asesinada. “Si mataran a un familiar vuestro, un familiar del juez... ¿Cuántos años pediría? No tenemos palabras. Nos duele el alma ante la injusticia de la justicia".

Esther en una foto del álbum familiar. / CASO ABIERTO

Estaba obsesionado y la mató

"Él no entendía que mi hermana no quería nada con él, solo relaciones esporádicas", lamenta Mirna. Esther tenía 40 años, nació en Paraguay, y llevaba trece viviendo en España. Trabajó en varios sitios, pero no le fue bien. Llamó a la puerta de un club nocturno, en la zona de Puerta del Ángel, y estuvo unos meses trabajando allí, pero tuvo que dejarlo porque un cliente se obsesionó con ella: Antonio Leal.

"Unos meses antes del crimen, se intensificó el acoso", recuerdan Mirna y Zonia, sus hermanas. Llamaba, escribía, insultaba, se retractaba. Esther lo bloqueó, por lo que Antonio Leal contactaba, incluso, con su familia en redes sociales.

"Yo también recibí mensajes de este señor", contó su hija Thalia desde Paraguay a CASO ABIERTO. "Cuando ocurrió todo, miré mis redes y me di cuenta de que sí, tenía un mensaje, nunca llegué a responder". Ella dijo no, él no lo aceptó.

"Apoyó el cañón del arma, disparando a bocajarro en la sien de Esther", recoge como hecho probado la Audiencia Provincial de Madrid

La sentencia de la Sección Quinta de la Audiencia Provincial, a la que ha tenido acceso CASO ABIERTO, relata como hechos probados que "Esther Escobar había decidido poner fin a la relación de amistad toda vez que Antonio Leal pretendía mantener una relación sentimental con ella. Que el rechazo no fue aceptado (por él) por entender que habría de estar solo con él".

La mataron. "Lejos de su casa, lejos de su país", lamentan Mirna y Zonia. La sentencia, describe que Antonio Leal, el día de autos, "sobre las 19:10 horas en la Calle Virgen de los Reyes (Ciudad Lineal, Madrid) a la altura de los números 4 y 6, con la intención de acabar con la vida Esther Escobar sacó la pistola que poseía del calibre 6,35 y apoyó el cañón del arma, disparando a bocajarro en la sien izquierda de la cabeza".

La asesinó sacando el arma de "forma sorpresiva y privando de toda posibilidad de defensa a Esther Escobar".

"Quiero entregarme. He matado a Esther Escobar y me están buscando en Madrid", dijo a los agentes Antonio Leal.

Cuatro días después del crimen, las pesquisas llevaron a Antonio Leal. Se interpuso una orden de averiguación de paradero que convivió durante días con la denuncia por desaparición interpuesta por la madre del asesino, ajena a todo, con la que convivía.

El 1 de marzo, en Albacete, tras un periplo por Guadalajara, Villajoyosa y algunas ciudades más, con las manos hacia arriba y haciendo aspavientos Antonio Leal paró a una patrulla de Policía Nacional: "quiero entregarme. He matado a una mujer, he matado a Esther Escobar y me están buscando en Madrid".

A la pregunta de porqué la había matado, contestó sin titubear: "Estoy harto de que se coma las pollas de otros".

Se retractó

Tras declarar en la comisaría, guardo silenció durante el resto de la instrucción. En el juicio, se retractó. Se desdijo, aseguró que no mató a Esther, "que ella tenía deudas con el club y que huyó por temor a que le mataran también a él".

La sentencia no arroja duda, considera a Antonio Leal culpable del asesinato de la mujer, pero aprecia los atenuantes de confesión y de "arrebato", por lo que le reduce la pena de 25 años que tanto fiscalía como acusación particular solicitaban a 17 años de cárcel por asesinato con agravante de género, y dos años por tenencia ilícita de armas.

"Tenemos miedo de él"

La acusación particular que ejercen Mirna y Zonia, hermanas de Esther, a través del abogado Juan Manuel Medina, no comparte los atenuantes apreciados por el Juez, motivo por el que van a "recurrir la sentencia con el objetivo de aumentar la pena impuesta por el delito de asesinato con alevosía".

"Él confesó, pero lo hizo cuando ya estaba dictada la orden de detención", apuntan. Además, luego se retractó. Al sentimiento de injusticia, se suma el miedo: "Ya había intentado matar antes", lamentan las hermanas de Esther. (Antonio Leal fue condenado en 2009 por un delito de intento de homicidio. Le aplicarían la eximente completa por anomalía psíquica -trastorno psicótico por consumo de cocaína- y cambiaría la prisión por una pena de 16 años de internamiento en un centro psiquiátrico).

"Tenemos miedo, mucho miedo. Él ya hizo, volvió a hacerlo, y lo puede volver a hacer. Quizá, cuando salga, puede venir a por nosotras o a por otra mujer", lamentan.

"No queremos dejar huérfanos a nuestros hijos ni que ninguna mujer lo haga, como le pasó a Esther. Queremos justicia, que pague lo que hizo, que la muerte de nuestra hermana no sea en balde, que no haya más otra Esther".