Un juzgado de Palma ha condenado hoy a un hombre a trabajos comunitarios por acosar a su expareja durante más de medio año, desde el verano de 2016 a principios de 2017, enviándole continuos mensajes por internet.

El sospechoso no aceptó la ruptura sentimental con la mujer y empezó a acudir a los mismos lugares de ocio a los que iba la víctima, merodeaba por las proximidades de su casa e incluso llegó a subir a su domicilio y aporrear la puerta.

También le remitía reiterados mensajes a través de las redes sociales y correos electrónicos en los que le decía que la quería mucho, que se encontraba mal sin su compañía y que sin ella se suicidaría.

Hoy por la mañana, el acusado se ha declarado autor de un delito de acoso y ha aceptado la pena que ha solicitado la fiscalía. El magistrado ha dictado sentencia ´in voce´ y le ha impuesto 90 días de trabajos en beneficio de la comunidad, así como la prohibición de aproximarse y comunicarse con la víctima durante cinco años.

La sentencia es firme, ya que la fiscal, la acusación particular y la defensa han alcanzado un pacto y han anunciado que no iban a recurrir el fallo. Inicialmente, el encausado se enfrentaba a una petición de pena de dos años de cárcel.

Los hechos ocurrieron entre junio de 2016, cuando la pareja rompió la relación, hasta el 1 de febrero de 2017 en Palma. El hombre no aceptó la decisión de la mujer de poner fin al noviazgo y, para presionarla, acudía a los mismos lugares que ella frecuentaba, merodeaba por los alrededores de su vivienda, a la que llegó a subir y aporreó la puerta. Además, le enviaba mensajes a través de internet en los que le hacía saber lo mucho que la quería e incluso le anunciaba que sin ella se quitaría la vida.

Estas expresiones también se las hacía llegar a los hijos de la perjudicada, a quienes hacía partícipes de que si no retomaba la relación sentimental, se suicidaría, impidiendo tanto a la víctima como a sus hijos que pudieran desarrollar con normalidad los actos de su vida cotidiana.

El 3 de febrero de 2017, el juzgado de violencia sobre la mujer número 1 de Palma dictó una orden de protección a favor de la mujer, en la que prohibía al sospechoso comunicarse y aproximarse a ella.