Un alarde de oropel de muy dudoso gusto envuelve la mansión de 'El Pablo', enclavada en el epicentro del barrio de La Soledat. El humilde entorno de casas desvencijadas que la rodean contrasta con el abigarrado estuco de mármol con el que decoraba todas y cada una de sus estancias, incluidos los dormitorios.

Unos descomunales espejos acompañan a las mesas de época con remates acabados en panes de oro. La obsesión por el lujo del histórico narcotraficante de La Soledat era tal que no dudaba en forrar de piel los asientos de un coche infantil.

Pablo Campos Maya mantenía un estrecho paralelismo con otros históricos narcotraficantes coetáneos con los que se asemejaba: su pasión por los animales exóticos. Buena prueba de ello es que sus guacamayos y el loro gris yaco de cola roja pululaban por sus estancia. En este sentido, y en muchos otros, 'El Pablo' guardaba una gran similitud con 'La Paca' y la desmedida pasión de esta última por los monos.

La discreta fachada de la vivienda, situada entre la calle Ànimes y Teix, no hacía vislumbrar el lujo acumulado en sus aproximadamente 1.500 metros cuadrados repartidos en dos plantas. Un ascensor privado, que no desmerecía el de cualquier otra comunidad de vecinos permitía subir los escasos pisos.

El barroco mobiliario con el que decoraba 'El Pablo' el salón de su vivienda dejaba meridianamente claras las ínfulas versallescas del capo del narcotráfico en La Soledat. El marco de los espejos, las sillas y las mesas mantenían este estilo. El suelo arlequinado, a base de cuadros blancos y negros, se asemejaba a un tablero de ajedrez. El principal objetivo es que nada en absoluto pasara desapercibido.

La vivienda tenía conexión directa al garaje, donde tenía instalada una barra de bar. Allí almacenaba hasta botellas de cinco litros de whisky. Este era el escenario habitual de algunas de sus fiestas privadas. En varias neveras industriales se apilaban más licores y cavas con las que las solía acompañar.

En el interior también tenía una zona ajardinada que había convertido en un solárium. Allí había construido una piscina, aunque en estos momentos no tenía agua en su interior. Mientras tanto, en el exterior las zanjas de las obras de Emaya jalonan cada tramo en mitad de la calle Teix y sus adyacentes.

Entre todo este oropel, 'El Pablo' se había conjurado para que su residencia fuera inexpugnable. Al menos para tener el tiempo suficiente de desprenderse de la droga en caso de verse sorprendido. De hecho, su mansión estaba acorazada de múltiples formas. Las puertas blindadas convertían cada estancia en infranqueable. Las ventanas estaban provistas de rejas y remates con muros de cemento habían convertido su vivienda en una suerte de fortaleza.

Los expertos del Grupo Operativo de Intervención Técnica (GOIT) de la Policía Nacional tuvieron que hacer uso de toda su destreza, acompañada por arietes y radiales, para lograr abrirse paso por el interior.

La argucia del desmayo

Un detalle significativo para los agentes fue el espectacular desmayo que sufrió 'El Pablo' al verse descubierto. Su argucia sirvió para retrasar al máximo el registro y para ocultar su rostro de las cámaras.

Los investigadores de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) de la Policía Nacional mantenían una estrecha colaboración con los agentes de la Agencia Tributaria. Fruto de este intercambio de datos, ambos consiguieron descubrir el intrincado entramado financiero del histórico narcotraficante de La Soledat. Hasta el momento se le han contabilizado medio centenar de viviendas en Mallorca y la Península. En su parque móvil hay dos BMW X5 y un Lancia.