Una ansiada herencia, un joven humillado, otro enamorado de su amigo, videojuegos bélicos, somníferos, un arma medieval construida con clavos, unas complicadas relaciones familiares y un espeluznante crimen en un chalé de Alaró. Estos son los ingredientes del parricidio que conmocionó la localidad mallorquina en el verano de 2013. Dos años después, los asesinos confesos Andreu Coll Tur, de 20 años e hijo del empresario fallecido, y su amigo Francisco Abas Rodríguez, de 21, se sientan en el banquillo de los acusados en la Audiencia de Palma.

El próximo lunes está previsto que un jurado popular se constituya para enjuiciar la muerte violenta del empresario alaroner Andreu Coll Bennàssar, de 57 años, cuyo cadáver fue hallado abandonado en su coche, un todoterreno, en un camino rural en Bunyola a finales de junio de 2013.

La víctima sufrió una lluvia de golpes cuando se hallaba en su casa la noche del 30 de junio. Padeció 41 lesiones, la mitad de ellas en la cabeza. Su hijo, que lleva preso casi dos años, le golpeó el cráneo con un martillo, mientras que su amigo, un joven zaragozano que pasaba unos días de vacaciones en el chalé de Alaró, le agredió con la cachiporra que el primero había construido con un palo y varios clavos en un extremo a imitación de un videojuego bélico al que ambos eran expertos jugadores. Los dos muchachos dedicaban días enteros a sus videoconsolas y ese fue su nexo de unión y el inicio de su amistad. Francisco Abas manifestó que estaba enamorado de Andreu y que todo lo había hecho por amor. Y el hijo del empresario asesinado alegó que era vejado y menospreciado por su progenitor de manera reiterada.

Finalmente, los dos asesinos confesos remataron a la víctima arrojándole a la cabeza un jarrón y un bafle. Luego, trasladaron el cuerpo a un camino de Bunyola y se pasaron toda la madrugada limpiando la casa para no dejar huellas ni manchas de sangre. La noche anterior ya intentaron acabar con su vida tras drogarle.

A las dos semanas, la Guardia Civil detuvo a los dos sospechosos tras el funeral del empresario. Ambos se derrumbaron y confesaron el crimen. El fiscal reclama para Andreu Coll Tur una pena de 25 años de cárcel por asesinato con la agravante de parentesco y otros 22 años y medio para su amigo. La acusación particular solicita para el primero 29 años y para el zaragozano, 30. Mientras, las defensas piden condenas mínimas por homicidio con varias circunstancias atenuantes.

El lunes los dos jóvenes comparecerán ante la Justicia. Según la fiscalía, la noche del 29 de junio de 2013, Andreu y Francisco miraban una película en el chalé de Alaró y ofrecieron al padre del primero una pieza de bollería en la que habían introducido varios somníferos. El hombre, somnoliento, se acostó en su cama. Cuando dormía, Francisco le pegó en la cabeza con un palo mientras su amigo iluminaba la escena con una linterna. El perjudicado se despertó y los agresores huyeron. Al día siguiente, a la una de la mañana Francisco golpeó a la víctima por la espalda en su cabeza con la cachiporra. Andreu siguió con un martillo. El empresario, que cambió su testamento días antes, murió por los múltiples golpes sufridos.