El punto de inflexión que cambió radicalmente la vida de René Becker fue su separación matrimonial. Hasta entonces, este ingeniero alemán, casado y con una hija llevaba una vida apacible y convencional en la localidad de Mainz. A partir de este momento decidió dar un giro drástico a su vida.

Con el último dinero que había ganado como ingeniero, René se pagó un pasaje para Mallorca. Fue en el mismo aeropuerto de Palma donde encontró la anhelada paz que buscaba. René Becker se convirtió durante siete años en un remedo viviente de Tom Hanks en La Terminal. Durante un tiempo permaneció ´afincado´ junto a la comisaría del Cuerpo Nacional de Policía, situada en la zona de facturación de Son Sant Joan. Allí creía sentirse más seguro y evitar que sus pertenencias pudieran ser sustraídas.

Entre los objetos más ´valiosos´ que transportaba en su carro de la compra y que guardaba con sumo celo entre su ropa, sus toallas y una sombrilla de playa era un recorte del periódico alemán Bild en el que aparecía él, René Becker, durante su fugaz reencuentro con su hija Patricia en el aeropuerto.