"Jamás fue mi intención que las cosas terminaran como terminaron. No quise matar a Abel". El exjefe de seguridad de un hotel de Eivissa, acusado de propinar un puñetazo a un joven camarero que acabó con su vida, manifestó ayer así estar "muy arrepentido" durante el uso del derecho a la última palabra en el juicio con jurado que se sigue contra él en la Audiencia Provincial de Palma.

Paulo César Martín Baptista reconoció ante el tribunal del jurado que lo acontecido el 19 de agosto de 2011 "fue una situación que se me fue de las manos". "Nunca pensé que acabara de una forma tan trágica. Me arrepiento de lo que pasó", señaló.

Asimismo, el encausado se dirigió a los familiares de la víctima, presentes en la sala, para expresarles sus condolencias por la muerte violenta de Abel Ureña. "Comparto el dolor de la familia", subrayó.

La sesión se inició con la petición de la fiscal de que el procesado fuera condenado por un homicidio doloso o intencionado, a la hora de exponer sus conclusiones definitivas. La representante del Ministerio público no varió un ápice la solicitud inicial de pena contra el encausado, recogida en su escrito de acusación.

Así, la fiscal mantuvo su posición inalterada de que el jefe de seguridad del hotel ibicenco intentó acabar con la vida del camarero. La acusación pública argumentó que Paulo César propinó dos puñetazos a Abel Ureña. Uno en la sala y otro en el ´office´ del establecimiento.

Fuga a Holanda

Asimismo, la fiscal respaldó su calificación de homicidio doloso en la fuga a Holanda del acusado, después de viajar a Barcelona, momentos después de propinar a Ureña el puñetazo que, a la postre, acabó con la vida del joven camarero.

La representante de la acusación pública consideró también suficientemente acreditado que el procesado es un consumado experto en artes marciales y conocía, por tanto, el efecto que tendría su puñetazo en la cabeza de Ureña.

El acusado rebajó durante el juicio su experiencia y se definió a sí mismo como "un fanático del deporte". Sin embargo, los investigadores consideran que se trataba de un especialista en artes marciales mixtas, en combates que se desarrollaban dentro de jaulas.

El abogado de la acusación particular, por su parte, calificó la muerte de Abel Ureña de "asesinato". Aunque también expuso que podría ser constitutivo, subsidiariamente, de un homicidio doloso, tal y como apreció la fiscal. Así, el letrado también sustentó su solicitud en las dos agresiones al joven camarero "y el intento de una tercera". La magistrada Mónica de la Serna le recriminó que hiciera una petición expresa de años de condena porque "sugestiona al jurado".

Tras presentarle el objeto del veredicto, los nueve miembros del tribunal popular se encerraron ayer a deliberar.