El fiscal ha imputado un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento a Andreu Coll Tur y su amigo Francisco Abas Rodríguez, los dos jóvenes en prisión provisional tras confesar que mataron a golpes en la cabeza al padre de uno de ellos, el empresario de Alaró Andreu Coll Bennàssar, la noche del pasado 29 de junio de 2013 en su chalé. La fiscalía concretó ayer por la mañana su imputación contra los dos acusados de 18 y 19 años, quienes fueron excarcelados y trasladados a los juzgados de Inca. Según el ministerio público, los sospechosos atacaron por sorpresa a la víctima en su casa, quien no tuvo la posibilidad de defenderse, y también se ensañaron apaleándola e infligiéndole un padecimiento innecesario para acabar con su vida.

Durante la primera comparecencia de la Ley del Jurado, el fiscal hizo un relato de los hechos ante los dos muchachos, que se mostraron tranquilos en todo momento. Además, propuso la práctica de nuevas pruebas e interesó la continuación del procedimiento.

El abogado de la acusación particular, Jaime Campaner, comunicó a los dos imputados otros cargos. Aparte de un delito de asesinato consumado, les acusa de tentativa de asesinato y hurto, ya que, tras el crimen, los dos sospechosos se llevaron unos 12.000 euros que el fallecido guardaba en un maletín. Este último hecho solo se lo imputa a Francisco Abas, el joven zaragozano amigo de Andreu Coll Tur, ya que en el caso del hijo del empresario concurre la excusa absolutoria por razón de parentesco.

La acusación mantiene que los dos muchachos, quienes se conocieron un año y medio antes jugando al videojuego de guerra Call of Duty a través de Internet, ya intentaron matar al empresario la noche anterior al crimen al golpearle en la cabeza con un palo de madera con clavos en un extremo cuando dormía en la cama después de haberle suministrado pastillas tranquilizantes, pero este despertó. El arma había sido construida tiempo atrás por el hijo del fallecido a imitación de un videojuego bélico al que jugaba de forma compulsiva. Además de las circunstancias agravantes de alevosía y ensañamiento, el abogado de la acusación aprecia la de parentesco en el caso de Andreu Coll Tur al ser el hijo del asesinado y la de precio, recompensa o promesa respecto a su compinche, quien pensaba que podría disfrutar de la herencia millonaria que iba a recibir su amigo íntimo, del que estaba enamorado, tras el crimen.

Por su parte, los abogados defensores Agustí Aguiló y Antoni Monserrat no se opusieron a que continúe el proceso, pero rechazaron alguna prueba propuesta.

La acusación apuntó que a mediados de 2013 los dos jóvenes se concertaron para matar al padre de uno de ellos para poder disfrutar de la herencia que iba a recibir Andreu Coll hijo en virtud de un testamento de fecha 24 de junio de 2013 en el que era declarado heredero universal de la fortuna de su progenitor.

Así, tras diseñar ambos un plan para acabar con la vida del empresario, la noche del 28 de junio de 2013, tras la cena, le dieron un bizcocho en el que habían ocultado pastillas tranquilizantes. Cuando la víctima dormía profundamente en la cama, se acercaron a oscuras y, mientras Andreu alumbraba, Francisco le pegó un golpe en el cráneo con un palo con clavos con la intención de matarlo, según el letrado. El hombre se despertó aturdido y la pareja se retiró.

A la noche siguiente, el 29 de junio, los dos muchachos acudieron de nuevo a la habitación del empresario armados con un martillo y el palo con clavos. De forma sorpresiva por la espalda, le golpearon en el cráneo y se ensañaron con más de treinta golpes que impactaron la mayoría en su cabeza. Según la acusación, muchos de los impactos se produjeron de modo simultáneo y desde distintos ángulos. La víctima no pudo defenderse y se limitó a cubrirse el cráneo con sus brazos. Su hijo y el amigo de este incluso le estamparon un bafle y un jarrón cuando ya no se resistía. Los dos acusados le infligieron un padecimiento innecesario para acabar con su vida, ya que también le propinaron cinco golpes con instrumentos peligrosos en el pie izquierdo. Las lesiones en el cráneo le provocaron la muerte. Luego, la pareja limpió a conciencia el chalé de Alaró y trasladó el cadáver hasta un campo donde lo dejó abandonado dentro de un coche.