Gabriel Gaillard permanecía sentado en la escalera con una gran herida en el pecho de la que manaba abundante sangre. "Me muero", exclamó. Hasta la llegada de las asistencias sanitarias, un agente de la Policía Nacional le taponó la herida y la comprimió para tratar de contener la hemorragia. "¡No te preocupes, no te vas a morir!", le insufló ánimos a la víctima.

Durante un tiempo, los esfuerzos del policía por salvar la vida de Gabriel Gaillard parecía que surtirían efecto. Sin embargo, la pérdida masiva de sangre complicó sobremanera su estado de salud. Una UVI móvil del Ib-salut se desplazó hasta el número uno de la calle Mestral. Gracias al esfuerzo del policía llegó con un hilo de vida al hospital, pero falleció poco después.