Con amigos así, quién necesita enemigos. La fiscalía reclama una condena de cinco años de prisión para un septuagenario que desvalijó a un amigo de 84 años al que presuntamente dejó con su cuenta bancaria vacía a mediados de 2006 en la isla. El acusado, que ahora cuenta 74 años, supuestamente se apropió de más de 8.700 euros al realizar 17 extracciones bancarias a lo largo del mes de septiembre de 2006 con la tarjeta de crédito de la víctima, sin su consentimiento.

El perjudicado, que en aquellas fechas tenía 84 años, se hallaba en silla de ruedas, sufría un deterioro en la memoria y vivía en una residencia de ancianos junto con su mujer. Según la versión del ministerio público, el sospechoso se aprovechó de estas circunstancias, además de la relación de amistad y confianza que tenían para desplumarle.

La víctima le había facilitado su tarjeta de crédito y el número secreto con la finalidad de que le sacara dinero para sus gastos personales, pero el imputado hizo caso omiso al favor que le pidió y decidió realizar continuas extracciones sin su consentimiento, según la tesis de la acusación.

Con este ´modus operandi´, el acusado causó un perjuicio al octogenario y a su esposa de 8.750 euros, dejando al matrimonio en una situación económica precaria para hacer frente al pago de la residencia en la que vivían. El saldo de su cuenta quedó en 129 euros. Posteriormente, en un registro domiciliario, se intervino al imputado 1.425 euros.

La fiscalía considera al septuagenario responsable de un delito continuado de apropiación indebida en la modalidad agravada de especial gravedad y abuso de las relaciones personales. Además de la pena de cinco años de cárcel, solicita una multa de más de 3.000 euros, así como una indemnización de 7.325 euros. El caso previsiblemente será juzgado la semana que viene por la sección de refuerzo de la Audiencia Provincial de Palma.

Según mantiene la acusación pública, el sospechoso se aprovechó de la relación de amistad que le unía a la víctima, de avanzada edad, con movilidad reducida y con problemas de memoria. Haciendo uso de la confianza que existía, recibió su tarjeta de crédito y la contraseña para que le secara dinero para sus gastos personales. Si bien, el imputado supuestamente extrajo 8.750 euros sin el consentimiento del anciano, que se hallaba en una residencia, entre los días 3 y 28 de septiembre de 2006. Normalmente, las extracciones bancarias eran de 500 euros. De esta manera, consiguió vaciarle su cuenta.