La salida a la calle de Mustafá M. del número 28 de la calle Aragó después de cometer presuntamente el crimen de Soledad no pasó inadvertida. El asesino confeso no se había tomado la molestia de lavarse o cambiarse de ropa después del apuñalamiento. "Le he visto salir a la calle con toda la cara cubierta de sangre", indicó una empleada de un establecimiento cercano.

Pese a esta circunstancia, nadie sospechaba que podía haber cometido un crimen. A Mustafá y a Soledad rara vez se los veía juntos. "Solía venir a tomar un café. Era un cliente normal", indicaron en una cafetería situada en las proximidades. Nada en su actitud hacía presagiar entonces a las personas que le conocían que pudiera verse envuelto en un crimen.

Hace unos tres años que se habían instalado en un piso situado en la segunda planta del número 28 de la calle Aragó. Desde entonces su estancia había sido discreta y no se le conocía que hubiera maltratado a Soledad.

Tras la instalación de un cordón policial para delimitar la entrada al inmueble y no entorpecer el trabajo de los investigadores, una multitud de curiosos se concentró en la calle Aragó. Hasta el punto de que un policía tuvo que advertir a los padres de que retiraran a los niños del lugar para evitar la visión del cadáver.

En señal de repulsa por este nuevo caso de violencia de género ocurrido en Balears en 2013, el Ayuntamiento de Palma ha convocado para hoy una concentración a las doce del mediodía en la plaza de Cort. Todo el consistorio en pleno está previsto que acuda durante el minuto de silencio en señal de duelo por el crimen de Soledad.