Un equipo de geólogos llegados de la península comenzó a inspeccionar ayer desde un helicóptero la zona afectada por el desprendimiento de rocas ocurrido el pasado miércoles en Bunyola. Los técnicos elaborarán a lo largo de esta semana un informe para determinar el riesgo de que se produzcan nuevos aludes en el Puig de Son Poc y las posibles medidas que deben adoptarse para evitarlo. Mientras, cuatro viviendas sobre las que cayeron grandes piedras continúan desalojadas.

Pedro Robledo, responsable del Instituto Geológico y Minero en Balears, explicó que dos geólogos sobrevolaron durante la mañana de ayer la montaña en la que se produjo el desprendimiento en un helicóptero de la dirección general de Emergencias. "El objetivo principal es determinar si existe riesgo de que se produzcan nuevas avalanchas y si el lugar es seguro" para los moradores de las casas afectadas, señaló Robledo.

Los expertos rastrearon la zona en busca de rocas que amenacen con caer y de grietas en la montaña que puedan acabar desencadenando nuevos aludes. Los geólogos continuarán con esta labora entre hoy y mañana y elaborarán un informe técnico sobre los riesgos reales y las medidas a adoptar para minimizarlos.

El desprendimiento ocurrido el pasado miércoles, cuando cayeron unas 4.000 toneladas de roca sobre la parte alta del Camí de Can Bonjesús, provocó daños en cuatro viviendas de la zona. Estos domicilios fueron desalojados después de que los bomberos y los geólogos llevaran a cabo un primer reconocimiento de la zona.

Dos de estas casas son viviendas habituales de sendas familias, mientras las otras son segundas residencias. Noel Blavia, uno de los vecinos desalojados, explicó ayer que han alquilado ya una vivienda ante la previsión de que la situación se demore varias semanas o meses. "Hay mucho trabajo por delante, porque tenemos una gran roca incrustada en el tejado y los daños son muy cuantiosos", señaló este afectado.