María Luisa P.C. y su marido estuvieron hasta pasadas las ocho y media del miércoles en una reunión de los vecinos del edificio donde vivían, resolviendo asuntos de la comunidad. No había nada en ellos que denotara el menor problema de convivencia. La noticia de la muerte de la mujer y la detención de su marido y su hijo por su presunta implicación cayó ayer como un jarro de agua fría entre sus conocidos.

"Ella era encantadora, solo puedo hablar bien de ella", explicaba una de las vecinas del número 23 de la calle Rosselló i Caçador, que la conocía bien. De hecho, tras la reunión de la comunidad de propietarios, que se celebró en el garaje del edificio, María Luisa P.C. acudió a su domicilio y estuvieron juntas, hablando de distintos asuntos de la reunión, hasta pasadas la nueve de la noche. "Era una vecina muy colaboradora, muy preocupada por los temas de la comunidad. Estoy hecha polvo", aseguraba esta vecina.

Las opiniones sobre el marido eran muy diferentes. Antonio L., de 82 años, casi treinta años mayor que su mujer, era, según sus conocidos, una persona "distante y de trato difícil". Apenas mantenía relación con otras personas aparte de sus familiares. Un carácter totalmente opuesto al de su mujer, que describieron como una persona cercana y simpática .

La noticia de la muerte de la mujer causó una honda impresión entre los vecinos de la finca. Fueron muchos los que se enteraron del fallecimiento sobre las dos de la tarde, cuando vieron las dotaciones de ambulancias y de la Policía Nacional. La mujer fallecida y su familia llevaban muchos años viviendo en la finca y eran bien conocidos. La sorpresa fue todavía mayor al enterarse de que tanto el marido como el hijo de la fallecida habían sido detenidos.