Una jefa de servicio del centro penitenciario de Palma relató ayer el calvario que vivió a partir de 2006 cuando recibía constantes llamadas telefónicas con amenazas e insultos. "Para mí era durísimo ir a trabajar. Estuve tres meses de baja en tratamiento psiquiátrico. Me fundieron. Estuve tres meses cerrada en casa", manifestó la mujer ante el tribunal de la sección primera.

Los hechos empezaron en mayo de 2006, cuando la funcionaria recibía llamadas por teléfono: "Me llamaban cada día que trabajaba por la noche. Me insultaban, amenazaban y realizaban sonidos raros para atemorizar. También me llamaban chivata. Pese a que intentaban distorsionar la voz, eran ellos, Antonio C.O. y Antonio P.M. No era la primera vez que esto ocurría. Esa era la forma de actuar de ellos dos".

La afectada recordó que recibía una media de cuatro llamadas por noche. "Fue muy duro", aseguró la mujer. El origen del hostigamiento, según su versión, se remonta al 7 de mayo de 2006 cuando hubo un incidente en el módulo de los internos conflictivos. Los reclusos hicieron un plante y se negaron a comer. Un preso dijo que un funcionario le había pegado. Entonces, la jefa de servicio avisó al médico y este hizo un parte. "A raíz de ahí, empezó la pesadilla para mí y para el médico", relató la víctima.

Durante una Nochevieja, la funcionaria volvió a sufrir constantes llamadas. La afectada confirmó que el 1 de enero de 2008 de madrugada le dijeron a través del teléfono "roja de mierda". También estaban trabajando esa noche el supuesto cabecilla de la mafia de la cárcel, Antonio C.O., y su supuesto compinche, Antonio P.M. Según su versión, las llamadas con insultos y descalificaciones se sucedieron desde la medianoche hasta las seis de la mañana. La afectada en otra ocasión también recibió una carta con contenido obsceno. Según destacó, en esa época fue muy duro trabajar en esas condiciones por la sensación de impunidad que había. "A quien tengo que dar las gracias es a la Policía", concluyó la mujer.

Por otro lado, un psiquiatra alegó ayer que el supuesto líder Antonio C.O. padece una esquizofrenia paranoide con un trastorno obsesivo compulsivo. Según manifestó, se trata de una enfermedad crónica y en 2008 el imputado no seguía un tratamiento para esta patología. El cabecilla está acusado de enviar un corazón de cerdo podrido al entonces director de la cárcel de Palma y también de filtrar noticias a la prensa. Un periodista confirmó ayer que en aquellas fechas recibió varias informaciones que procedían de distintos funcionarios y no reveló ninguna fuente.