­Pepita, como era conocida Josefa Roig Farreny, de 63 años, era una mujer "luchadora y muy reivindicativa" que dedicó toda su vida y su esfuerzo a conseguir mejoras para el colectivo de discapacitados en Eivissa.

Así la recordaba la diputada socialista Sofía Hernanz, quien trabajó con ella hace más de veinte años, primero como abogada del colectivo que presidía, la Asociación de Minusválidos de Eivissa y Formentera (AMIF), y luego como consellera de Asuntos Sociales.

"Yo siempre la he conocido en el local de la Vía Romana trabajando y siempre siempre, preocupándose por los demás, trabajando por las mejoras del colectivo", afirmó Hernanz, muy afectada al conocer la noticia de su muerte. "No tengo palabras para decir la tristeza de un final así, la repulsa, la repugnacia. Queda mucho por hacer en la lucha contra la violencia de género. Esta vez nos ha golpeado aquí en Eivissa, muy cerca, pero esto es un goteo inadmisible", dijo.

Pepita sufrió una poliomielitis a los 15 meses y esto la convirtió en una niña diferente que vivió en sus propias carnes la discriminación y la marginación. Lo explicó en una entrevista publicada en 1996: "Vivía en un pueblo muy pequeño de Lleida y en el colegio, cuando mis compañeros iban a jugar, me dejaban sola. Éramos amigos pero yo no podía correr como ellos y en el recreo se olvidaban de mí". Con 17 años se fue a estudiar Farmacia a Pamplona y allí le ocurrió lo mismo: "Los compañeros contaban conmigo en clase pero si tenían que salir volvía a quedarme sola en el colegio mayor".

Llegó un momento en que decidió que ella era "una persona normal" y que tenía que esforzarse por demostrarlo. En ese camino, indicó, lo más importante fue tener a su hija, pues hasta entonces la gente le preguntaba si podía tenerlos. "Lo malo es que por mucho que tú intentes superar tus complejos, si la gente de tu alrededor no lo hace, no sirve de nada", afirmó.

En 1978 llegó a Eivissa, en 1991 entró en AMIF y un año más tarde se puso al frente de la asociación. Pepita contaba que comenzó por casualidad, quería demostrar que se podía hacer más por el colectivo, con la premisa: "Somos iguales, somos diferentes. Tenemos algo que nos diferencia de los demás, pero no nos hace inferiores", dijo.

La principal reivindicación de Roig fue eliminar barreras arquitectónicas, pues en Eivissa, criticó, quienes iban en silla de ruedas no podían ir solos a ningún sitio. "Tenemos el derecho constitucional a la igualdad de oportunidades, pero una simple escalera nos lo niega", lamentaba. Dirigió la puesta en marcha del proyecto "Eivissa, isla acdesible" y criticó la falta de taxis y de coches de alquiler adaptados.

Ahora se sabe que fue víctima de malos tratos desde hacía tiempo, según la Guardia Civil. En los Servicios Sociales de Sant Josep conocían su caso y habían hablado con ella varias veces, la última en 2007, y la derivaron a la Oficina de la Dona, de la que era usuaria desde hacía años.