La acusación particular reclama penas que suman 50 años de prisión para Alejandro de Abarca, el asesino confeso de Ana Niculai, la joven rumana de 25 años cuyo cadáver apareció calcinado en el maletero de un coche en llamas junto a un camino a las afueras de Muro en el verano de 2010, por secuestrar y asesinar a la víctima. Los letrados de la acusación, Antoni Monserrat y Enric Patiño, consideran al ´Enano´, de 33 años y con amplios antecedentes penales por violentos delitos, culpable de un rosario de hechos delictivos, todos ellos cometidos el mismo día, el 19 de julio de 2010. Le acusan de seis delitos: asesinato, detención ilegal, robo con violencia e intimidación, conducción sin carné, conducción temeraria y daños.

Además, los abogados aprecian las circunstancias agravantes de ensañamiento, reincidencia y aprovechamiento de las circunstancias del lugar. Uno de ellos añade la alevosía, por lo que su petición de pena es de 50 años de cárcel, tres años más que lo que solicita su colega.

Según la versión de la acusación, los hechos ocurrieron sobre las siete y media de la mañana del pasado 19 de julio de 2010 cuando Abarca, un preso en tercer grado que se encontraba de permiso y que ese día no regresó al Centro de Inserción Social (CIS) en Palma, se introdujo en un aparcamiento de la calle Jerónimo Rosselló de la ciudad donde Ana Niculai tenía alquilada una plaza de coche.

La encierra en el maletero

´El Enano´ aprovechó que la joven acababa de llegar al garaje con su Audi A4 con la intención de ir a su trabajo en una cafetería cuando se abalanzó sobre ella y, empleando la violencia, le arrebató 500 euros. Acto seguido, el hombre, de complexión muy fuerte pese a su escaso metro y medio de altura, supuestamente la introdujo a la fuerza en el maletero del coche y la ató para que no escapara.

Abarca entonces se puso al volante del vehículo y se dirigió a Son Banya donde compró heroína. Como la víctima gritaba dentro del maletero, el imputado la amordazó y la intoxicó de forma forzosa inyectándole heroína en el brazo con una jeringuilla para conseguir así vencer su resistencia y evitar que pudiera huir, según la versión de la acusación. Niculai estuvo todo el día secuestrada en esas circunstancias. Mientras seguía encerrada en el maletero, el acusado circuló de forma temeraria por toda la isla hasta llegar a Muro, pese a no disponer de carné, y luego volvió a Palma, donde tomó una cerveza en un bar. En esa ocasión, colocó a la joven agazapada en el asiento trasero con una bicicleta encima.

Luego, regresó a Muro y ató a la víctima a un árbol a las afueras del pueblo. A las ocho de la tarde, ´El Enano´ volvió a encerrar a Ana en el maletero del Audi y la llevó a un lugar apartado en el Camí de s´Amarador, en Muro. Allí, con la intención de causarle la muerte, la roció a ella y al vehículo con cinco litros de gasolina que había comprado horas antes, a las once de la mañana, y le prendió fuego, según la acusación. En ese momento, la joven todavía estaba con vida, encerrada en el maletero, atada, amordazada y drogada contra su voluntad, ya que el sospechoso le estuvo inyectando heroína todo el día. El fuego le causó la muerte y su cuerpo quedó carbonizado, según la acusación.