Las principales infraestructuras de transportes se vieron afectadas ayer por la fuerte tormenta, especialmente el aeropuerto de Son sant Joan, cuya actividad tuvo que ser suspendida temporalmente y desviados algunos vuelos.

En el caso de Son Sant Joan, la torre de control decidió prohibir los aterrizajes desde las 17,40 hasta las 18,20 horas, lo que obligó a desviar cuatro vuelos, que posteriormente retornaron, mientras que los despegues quedaron paralizados desde las 18 a las 18,20 horas, según la información facilitada desde Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea. Esta situación provocó que los retrasos que se fueron acumulando durante la tarde alcanzaran una media de una hora, aunque se destacó que en un día como ayer el número de operaciones programadas era reducido. Por lo que respecta a los daños materiales, en el pasillo que enlaza la terminal principal con la A se desprendió una placa metálica de un metro de ancho por 30 de largo, aunque sin que ello conllevara mayores incidentes, a lo que se sumó la caída de varios carteles publicitarios.

En el caso del puerto del Palma, los incidentes más graves se produjeron cuando la fuerza del viento comenzó a desplazar la proa de un crucero y de un carguero, con el consiguiente peligro potencial. El primero llegó a alcanzar un ángulo de 45 grados y consiguió ser controlado, lo que permitió a los prácticos volver a amarrarlo correctamente, pero el segundo alcanzó los 90 grados y la tripulación optó entonces por soltar amarres y salir del puerto para fondear en la bahía.

Desde la autoridad portuaria se destacaron también los daños materiales registrados en los techos de las pasarelas de la Estación 1 del Moll de Ponent y la caída de un árbol junto al Centro Meteorológico. En cualquier caso, se señaló que el puerto de Palma permaneció abierto. En Eivissa y La Sabina no hubo incidentes, mientras que Alcúdia y Maó se vieron afectados por la rissaga.

Además, la caída de ramas de árboles sobre las vías del ferrocarril obligó al tren a detenerse hasta que estas fueron retiradas y generó retrasos medios de media hora que se prolongaron a lo largo de toda la tarde.

Las infraestructuras de Gesa-Endesa también se vieron notablemente afectadas, con la caída de media docena de torres en las carreteras de Valldemossa y Sóller, y en la zona de Alaró, lo que provocó la pérdida del servicio eléctrico de unos 8.500 clientes, aunque desde la compañía se admitió que esta cifra era únicamente un cálculo aproximado. También se registraron más daños en otras zonas, pero de menor importancia. Esta situación afectó a distintas zonas de Palma y Campos, entre otros puntos.

Unos 100 operarios

Desde Gesa se indicó que un centenar de operarios se movilizaron inmediatamente para intentar realizar las reparaciones oportunas, pero en muchos casos sus vehículos se encontraron bloqueados por el caos circulatorio que en parte había ocasionado la caída de las citadas torres, una de las cuales fue derribada precisamente a causa de un accidente de tráfico.

Los técnicos de la compañía optaron por buscar vías alternativas para devolver el suministro eléctrico en las zonas más afectadas por los citados incidentes, lo que obligó a suspender el servicio durante algunos minutos en diferentes puntos de la isla.