Lucha contra la desinformación

Las turbulencias azotan ahora a las plataformas que trataron de cuestionar a los medios de comunicación

La profesión atraviesa un momento de inestabilidad marcado por la desinformación, un negocio cambiante y su pérdida de la credibilidad. Es en ese escenario que las cabeceras serias luchan por mantenerse a flote

Una imprenta publicando ejemplares de un diario.

Una imprenta publicando ejemplares de un diario. / ShutterStock

Carles Planas Bou

"No puede haber democracia sin medios de comunicación libres". El 3 de mayo de 1994 la UNESCO estableció el Día Mundial de la Libertad de Prensa como un símbolo de apoyo al periodismo. Tres décadas después, las palabras pronunciadas por el político y diplomático catalán Federico Mayor, entonces presidente de esta organización de las Naciones Unidas, siguen vigentes. Sin embargo, la profesión atraviesa un momento de turbulencias marcado por la desinformación, un negocio cambiante y su pérdida de la credibilidad. Es en ese escenario que las cabeceras serias luchan por mantenerse a flote.

2023 fue el peor año para la industria mediática digital desde la pandemia. Entre enero y diciembre, más de 20.000 periodistas perdieron sus puestos de trabajo en Estados Unidos, una cifra solo superada en 2020 tras la irrupción del covid y con la Gran Recesión de 2009, dos momentos críticos de la historia reciente. Medios digitales punteros como Vice Media o BuzzFeed News se han visto obligados a bajar la persiana arrasados por una ola de despidos que en los próximos meses puede ir a más. "EEUU adelanta lo que ocurrirá en otros países", advierte Alfonso Bauluz, presidente de la sección española de Reporteros Sin Fronteras.

Crisis de negocio

Ese tsunami de recortes es consecuencia directa de un modelo de negocio cuyas costuras son cada vez más visibles. A principios de los 2000, la masificación de Internet obligó a los medios a adaptarse a un formato digital que prometía un mayor alcance y segmentación de las audiencias. Sin embargo, la visibilidad de las noticias quedó supeditada a las empresas que controlaban el canal de difusión, Google y Facebook, que aprovecharon para hacerse con un dominio abrumador del negocio de la publicidad digital. "El día que contrataron su primer optimizador de buscadores (SEO), los medios empezaron a trabajar para Google, en lugar de escribir para el lector", ha analizado la periodista tecnológica Marta Peirano. "Cambiaron audiencia por tráfico, hinchando artificialmente las visitas gracias a la red social".

Esa dependencia sigue pasando factura a parte de la industria mediática. La despriorización de las noticias en las plataformas de Meta y el caos desatado en Twitter (o X) tras la compra de Elon Musk se está traduciendo en menos visitas. Además, los usuarios jóvenes acuden cada vez más a otros espacios digitales para informarse, siendo TikTok su nuevo buscador. En países como Tailandia, Perú o Kenia un 30% de la población ya consume noticias a través de la aplicación china en lugar de en las páginas web de los medios tradicionales. "El lector de quiosco ya no existe y los periodistas no han sabido adaptarse a ese canal", apunta Bauluz.

Los medios experimentan con nuevas fórmulas de negocio. The New York Times ha apostado con acierto por los juegos, pero su caso es único. Aquejados por la inestabilidad, grandes grupos mediáticos como APAxel SpringerLe MondePrisa Media y Financial Times han llegado a acuerdos para ceder sus contenidos para que OpenAI, la empresa responsable de ChatGPT, entrene los mismos programas de inteligencia artificial (IA) que podrían usarse para reemplazar a periodistas. Aun así, incluso los milmillonarios que han invertido en el sector siguen perdiendo dinero. El modelo sostenible sigue siendo una incógnita para los nuevos operadores.

Crisis de confianza

El problema de ese modelo no es solo económico. "No ha funcionado porque no garantiza la supervivencia de los medios, pero es que además ha afectado de lleno a su credibilidad", lamenta la periodista Carmela Ríos. Así, según el Reuters Institute Digital News Report 2023, la confianza de los ciudadanos en las noticias cayó dos puntos en 2023 y se situó en un 40%, si bien en países como EEUU, Francia, Italia o Reino Unido se sitúa bastante por debajo.

"Los consumidores en línea acceden a las noticias menos que en el pasado y también están menos interesados", reza el informe. Es también el caso de España, que además ha visto como el interés social por la información se ha desplomado un 34% desde 2015, uno de los mayores retrocesos del mundo. Cansados de noticias negativas, hasta un 46% de los lectores quiere un periodismo que explore soluciones en lugar de problemas.

Desinformación en año electoral

Las turbulencias en los medios de comunicación llegan en una coyuntura crucial. Más de la mitad de la población mundial participa este año en un ciclo histórico de elecciones que marcará el rumbo político del planeta, con citas en países tan influyentes como EEUU, India, México, Indonesia o la Unión Europea. Esa combinación puede dar alas a todo tipo de bulos y a una polarización social cada vez más marcada. Según Bauluz, la falta de inversión en diferenciar la verdad de la mentira es "el caldo de cultivo que beneficia a los extremistas".

La industria periodística acude, desde hace años, a sistemas de IA para sus procesos. No obstante, la popularización de herramientas generativas abre un nuevo abanico de usos, también para la propagación de mentiras interesadas, un fenómeno cuyas consecuencias, según Bauluz, pueden ser "atroces". Ante esa "emergencia masiva", Ríos, experta en fake news, pide poner la verificación "en el corazón de las redacciones", centrarse en las narrativas difundidas en las redes y "trabajar con ingenieros para desarrollar métodos de IA para la detección de bulos".