IGUALDAD

El marketing que vende 'empoderamiento': cómo empresas "usan narrativas feministas para promover intervenciones de salud" innecesarias

Investigadores publican un análisis que aborda los peligros de las promociones que alientan a mujeres a hacerse cargo de su propia salud

Varias activistas hicieron campaña por la flibanserina, la mal llamada viagra femenina, pese a que sus beneficios no estaban claros.

Varias activistas hicieron campaña por la flibanserina, la mal llamada viagra femenina, pese a que sus beneficios no estaban claros. / ARCHIVO

María G. San Narciso

Las narrativas feministas sobre la salud están siendo utilizadas por intereses comerciales para comercializar nuevas tecnologías, pruebas y tratamientos que no están respaldados por la evidencia científica. Es uno de los mensajes clave que dejan un análisis publicado en el British Medical Journal, en el que varios investigadores abordan cómo las empresas animan a las mujeres a 'empoderarse' haciéndose cargo de su salud conduciéndolas, en realidad, a un sobrediagnóstico y tratamientos que no son necesarios.

En el análisis, la investigadora de la Universidad de Sydney (Australia) Teresa Copp y su equipo dejan claro que las organizaciones comerciales tienen una influencia extraordinaria en la salud de la población. Así ha sido siempre. Explica que empezaron priorizando mensajes que alentaban el consumo de productos no saludables, como el tabaco y el alcohol, entre la población femenina.

Pero desde que surgieron los primeros movimientos por la salud de las mujeres a partir de los años 60, se han ido adoptando "narrativas feministas sobre el aumento de su autonomía y su empoderamiento con respecto a su atención médica" que, si bien deberían servir para superar desigualdades sexuales en la atención médica, como la necesidad de mejorar los recursos para condiones que se han investigado poco o para revirtir los sesgos históricos que impiden tratamientos óptimos para ellas, también se están usando para comercializar nuevas intervenciones (tecnologías, pruebas, tratamientos) que carecen de evidencia sólida o ignoran la que está disponible. Esto, advierten, aumenta el riesgo de daño a las mujeres a través de una medicalización inadecuada, un sobrediagnóstico y un sobretratamiento.

TRH, 'viagra femenina' o apps para la regla

Citan varios ejemplos, como el del ginecólogo que recibió financiación de empresas que fabricaban la terapia de reemplazo hormonal (TRH) y que publicó un libro, Feminine Forever, en el que argumentaba que "la menopausia es una enfermedad por deficiencia de estrógenos y que la TRH era una cura para mantener la feminidad". Aunque recuerdan que hubo feministas que se opusieron firmemente al argumento, otras tantas activistas abrazaron la opinión de que "esta terapia era clave para la liberación de las mujeres al permitirles un mayor control sobre sus cuerpos".

Utilizando también argumentos feministas, en este caso en torno a las necesidades insatisfechas y el hecho de que existen varios medicamentos para la disfunción sexual masculina pero ninguno para las mujeres, una coalición de grupos llamada Even the Score hizo una polémica campaña para que la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobase la flibanserina (la mal llamada viagra femenina). Todo ello a pesar de que, tal y como resaltan los investigadores, la evidencia muestra efectos secundarios sustanciales (como presión arterial baja, desmayos, náuseas y mareos) y beneficios mínimos. Para más inri, la campaña recibió financiación de la compañía farmacéutica propietaria del medicamento. 

Otro ejemplo que ponen son las "herramientas de prediagnóstico" que han introducido algunas aplicaciones de seguimiento menstrual y que se suponen que sirven para diagnosticar afecciones reproductivas como el síndrome de ovario poliquístico, "prometiendo empoderamiento a través del conocimiento y control sobre su cuerpo, a pesar de la evidencia limitada de precisión y beneficio".

Negocio con la fertilidad

Destacan también este tipo de mensajes en todo lo que tiene que ver con la fertilidad. Por ejemplo, recuerdan que los anuncios de clínicas que se dedican a esto, así como la cobertura que han hecho los medios de la congelación electiva de óvulos, "a menudo se olvidan de contar la información adecuada sobre los posibles resultados y riesgos". Algunos de ellos, indican, "también promueven este procedimiento como una forma de mejorar la igualdad de sexos, a pesar de que tiene bajas tasas de éxito y es accesible solo a una minoría de mujeres (debido a los altos costos)". Incluso hay empresas que pagan esta la congelación a sus empleados "en nombre del empoderamiento", "ignorando las razones sociales (por ejemplo, estructura del lugar de trabajo, costo financiero, cuidado infantil inasequible) que impiden que las mujeres tengan hijos cuando son biológicamente más capaces".

Asimismo, resaltan la comercialización del test AMH, que mide los niveles de hormona antimülleriana en sangre, relacionada con la cantidad de óvulos en los ovarios de una mujer. Pese a que esta no puede predecir de manera confiable las posibilidades de concebir de una mujer, muchas clínicas de fertilidad y empresas online la comercializan y venden como una herramienta de fertilidad, utilizando frases como “la información es poder” y “hazte cargo de tu fertilidad”.

Mensajes difíciles de criticar

El problema que ven a todo este marketing, que "subestima" los daños y enfatiza demasiado los beneficios potenciales de las intervenciones" con "mensajes persuasivos que utilizan el disfraz de defensa feminista de la salud", es que pueden "ser difíciles de criticar, ya que las críticas legítimas pueden malinterpretarse como misóginas o paternalistas", indican los autores.

Con todo, recuerdan que la salud de las mujeres es vital y que "no se puede permitir que intereses creados se apropien de ella". Así que piden que se tenga "más cuidado con los mensajes sanitarios simplistas de que cualquier conocimiento es poder", y exigen a los profesionales sanitarios y a los gobiernos que garanticen la disposición de información equilibrada y fácilmente compresible que esté basada en la evidencia científica de alta calidad. No como en el marketing.