El roscón de Reyes compite con el Cardinal del Forn de Baix de Lloseta

Este histórico establecimiento familiar se vuelca en la preparación de dulces navideños

Montse Terrasa

Montse Terrasa

El Forn de Baix de Lloseta es conocido por su pastel Cardinal, pero estos días el protagonismo en el obrador se lo disputa el roscón de Reyes. En este negocio familiar, el más antiguo del pueblo, elaborarán unos 450 de estos dulces navideños, desde el más tradicional con la fruta escarchada o el de nata a los que llevan relleno de chocolate, de Ferrero, de Kinder o trufa… «Son días caóticos, es una locura, pero es divertido», explica Aina Maria Pou, la cuarta generación de la familia al frente de este negocio, tarea que comparte con Pedro Coll y sus hijos.

El día de Reyes es uno de los que más trabajo conlleva en el Forn de Baix, fundado hace cerca de 175 años, comenta Pou. Son unas catorce personas trabajando a lo largo de todo el día, desde la medianoche hasta la tarde, colaborando para tener listos los roscones y servirlos. Además, algunos de ellos tienen una sorpresa añadida: «Ponemos un regalo y la gente se anima un poco más», explica Pedro Coll mientras va decorando roscones y metiéndolos en el horno. El que más le gusta preparar es el clásico, el de fruta confitada y láminas de almendra. «Como lo hago una vez al año, disfruto haciéndolo», comenta el pastelero.

Por la mañana amasan, dejan reposar, decoran y hornean los roscones. Y por la tarde, los rellenan y colocan el haba, la figurita del rey y ese regalo extra de la casa, que es un vale por alguna de las especialidades del Forn. 

Toda la familia colabora, incluso quienes no suelen trabajar en la panadería echan una mano, porque necesitan ayuda por estas fechas. Aina Pou tiene muy presente lo que les pasó hace un año y ahora lo cuenta como una anécdota, aunque en su momento no tuvo nada de divertido. Se olvidaron de añadir la levadura a la masa de los roscones y no tuvieron más remedio que ponerse a trabajar toda la noche de Reyes. Mientras las carrozas recorrían el pueblo, la familia estaba preparando roscones para remediar el fallo, recuerda Pou. 

Para los amantes de su Cardinal, marca que tienen registrada desde hace décadas, también lo elaboran en forma de roscón. «Es un postre que puedes probar cien veces y cada vez te sorprenderá. Es difícil, que no guste», añade al hablar del pastel de la casa.