Comunidad Valenciana

Dentro de las carreras ilegales en Valencia: “Esto se nos va de las manos”

Veinteañeros valencianos se organizan cada fin de semana en redes sociales y grupos de Telegram

El mundo del motor vive una pelea entre los amantes del tuning y quienes provocan accidentes en piques

Carreras ilegales en València

Redacción

Claudio Moreno

Un árbitro baja los brazos y dos coches aceleran a fondo entre un pasillo de chavales que no pierden ojo. Sus móviles lo graban todo: las lanzadas, los drift o derrapadas, el humo del neumático quemado, los tubos de escape expulsando llamaradas de fuego, las motos de cross en pleno caballito y también los accidentes, a veces incluso mortales. Casi todos los viernes y sábados del año se organizan en València y pueblos de alrededor las llamadas “kdds”, reuniones de amantes del motor que se citan para comparar sus vehículos tuneados y en algunos casos medirse en técnica y velocidad sobre el asfalto. Es decir, en carreras ilegales. 

En agosto de 2022 saltó a los medios una de estas concentraciones clandestinas por el atropello grave de una menor del público en el polígono de Sagunt. El 17 de octubre de 2023 los vecinos de la avenida José Roca Coll –en Patraix– denunciaron la presencia de rails aprovechando las parcelas a medio camino de su urbanización. Y cuatro días más tarde la Policía identificó a 24 personas tras detectar una carrera ilegal en Turianova, junto a la Nueva Fe. Las competiciones que antaño se organizaban en el Cementerio General o La Marina de València han encontrado nuevas ubicaciones en polígonos y PAIs. Pero, ¿cómo se organizan?

En València destacan dos grandes grupos de “kdds” (abreviatura de “kedada”) con actividad recurrente: Kdd Valencia, seguido por 1.350 personas en Instagram; y Clandestine Motors KDDs, con un número similar de miembros en su canal de Telegram. Estas marcas catalizan el grueso del movimiento actual, pero hay otros grupos de menor tamaño que o bien han empezado a pisar el freno –caso de Bule Valencia, más veteranos–, o bien se organizan en chats privados para competir en petit comité también en polígonos y zonas apartadas de la convivencia vecinal. 

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Cuando las quedadas son masivas pueden congregar a unas 400 personas de edades diversas. Entre los participantes hay padres con hijos, conductores de camiones, menores con motos de 49 centímetros cúbicos y muchísimos veinteañeros atraídos por el resurgir del tuning. En España esta subcultura vivió su década prodigiosa desde las primeras cintas de la franquicia Fast & Furious hasta el estreno en 2014 del programa MTV Tuning España, pasando por videojuegos como Need for Speed o acercamientos caricaturescas como el popular Neng de Castefa; sin embargo, los coches con alerones, neones y suspensión baja desaparecieron del mainstream hasta que hace pocos años las redes reflotaron la afición entre el público más joven. Perfiles como el valenciano Reyiyt acumulan más de 250.000 seguidores en Tik Tok.

“No somos los ninis que la gente cree, aquí hay mucho chaval metido en trabajos de marketing digital y que prefiere gastar dinero en su coche que salir de fiesta”, dice uno de los organizadores de Kdd Valencia. “En estas reuniones podemos estar horas paseando, comparando coches y escuchando música que resuene en los graves, tipo dembow. Luego hay de todo, gente que se deja 4.000 euros en tunear un Dacia y gente que viene con un BMW Serie 3 o Serie 4 de 100.000 euros más los 20.000 del tuning. Normalmente se invierte en forjar el motor, poner un escape recto, mejorar la electrónica o meter una jaula dentro”. 

Pero no todo es pasear. Les guste o no, en todas las kdds se montan piques espontáneos –son las carreras ilegales más comunes– y otras situaciones de riesgo. Los coches se sitúan en paralelo y exprimen los caballos en una recta larga a 150 km/h. Las motos recorren estas mismas rectas con caballitos interminables. Algunos conductores hacen patinar sus vehículos en rotondas o en medio de un círculo de gente y siempre al borde del siniestro. Otros entran demasiado fuerte en un parking atestado de jóvenes. “Últimamente hemos tenido que parar un poco con las quedadas porque esto se está yendo de las manos a todo el mundo”, confiesa un responsable de Clandestine Motors.

No extraña por tanto que algunas de las últimas reuniones se hayan saldado con accidentes graves. La semana pasada chocaron un coche y una moto, a principios de octubre colisionaron dos motos en Benaguasil –uno de los pilotos se rompió varias costillas, dientes y clavícula– y hace cuatro meses murió un chaval en Picassent al entrar recto en una rotonda. “Estos accidentes se graban y enseguida los tenemos en el móvil”, dice el integrante de Kdd Valencia. “Nosotros no podemos ponernos delante de los coches y las motos cuando están arrancando. Lo que intentamos es que al menos en estos accidentes no se vean involucradas terceras personas, que fue lo que pasó en el atropello de Sagunt”, lamenta el miembro de Clandestine.

“¿Quién en Pica?”

Telegram Whatsapp Ya hay “ubicaciones quemadas” que han dejado de frecuentar.
"Kdd" organizada por Clandestine Motors.

"Kdd" organizada por Clandestine Motors. / CLANDESTINE MOTORS

Así, cuando la kdd toma forma la conversación en los chats se vuelve frenética. “¿Quién en Pica?”. “Lleno de Policías”. “¿Pero estás allí?”. “Sí macho mogollón de polis y guardias”. “¿Cheste nada?”. “Cheste poli”. “Movemos a Benaguacil y au”. “Mandarme la ubi”. “En Bena se ha liado pero para mal”. “Qué ha pasado”. “Se han dado dos motos de cara” .“¿Kine alguien?”. “Vacío”. “Malilla, detrás de la Fe”. “Pa casa”. El baile de ubicaciones va llevándoles a pueblos cada vez más alejados de Valencia como Algemesí, Llíria o Carlet –las tres últimas han sido ahí– para evitar un marcaje del que no logran zafarse: “Evidentemente hay agentes en los grupos. A veces hemos pasado la ubicación y ya estaban esperándonos antes de llegar”, dicen los organizadores. 

“Al final solo quedarán Teslas”

–las convocatorias piden claramente “no piques, no drift, no lanzadas”–

Desde la llamada a la Policía el debate en los grupos se ha vuelto explícito y el consenso parece imposible. Hay más adrenalina en los chats que en la carretera. No quieren pagar justos por pecadores, de modo que los primeros intentan moderar o directamente expulsar a los segundos porque les va la afición en ello: “Se nos mete a todos en el mismo saco y se nos criminaliza cuando aquí mucha gente simplemente se reúne para presumir de coche y comparar sus modificaciones. Con este ambiente y tanta Policía encima ya somos cuatro gatos; al final solo quedarán Teslas. No somos delincuentes”, insisten los defensores del tuning.