Estudio

Mujer y política, en la mira de la violencia ‘online’

Investigadoras de la Universidade da Coruña lideran un estudio que analiza el odio en redes hacia mujeres en puestos de responsabilidad

Una de las ilustraciones que componen el proyecto 'Agitate'.

Una de las ilustraciones que componen el proyecto 'Agitate'. / Cedida

Marta Otero Mayán

“Debajo de los cuestionamientos a mi salario y a mi posición sobre el asunto que corresponda recibo: 'Vete a un gimnasio tarada', 'menuda barbacoa, cómo te vas a poner', 'unos churros y se te pasa', 'haz una huelga de hambre', 'vete a parar las balas que tienes con qué', 'trabaja primero por el alto a la comida', 'nadie te tocaría ni con un palo', 'gorda, gorda, das asco, gorda, asco'”, escribía la ya ex secretaria de Estado de Igualdad, la gallega Ángela Rodríguez, en un artículo en eldiario.es a través del cual se abría como nunca antes sobre el “odio deshumanizante” que recibía en redes sociales desde su nombramiento.

Un artículo que, manifestaba, tardó en escribir “porque sabía el dolor que iba a provocarme” y en el que ponía palabras a una realidad que, en los últimos años, se ha vuelto transversal a las mujeres en política que mantienen actividad en redes sociales. “Empezó con Bibiana Aído la primera vez que hubo un Ministerio de Igualdad. De repente, en redes, se da por hecho que estas mujeres están en un lugar que no les toca, que se las puede insultar, hipersexualizar y llamar de todo”, comenta la investigadora Teresa Piñeiro, de la Universidade da Coruña, que coordina el proyecto Agitate: Asimetrías de género en la política digital, (_agitate_ en Instagram, donde suben contenido periódicamente).

Una iniciativa multidisciplinar liderada por investigadoras de la UDC y financiada por el Instituto de las Mujeres —y en la que participan, además, equipos de la Universidade de Vigo, la de Valladolid, la Complutense y la Rey Juan Carlos— que permite analizar esta violencia digital y sacar algunas conclusiones alarmantes: “Terminan normalizando la violencia. Acaban asumiendo como una anécdota contenidos realmente agresivos”, revela Piñeiro. Para muestra, un botón: el tuit en el que Ángela Rodríguez enlazaba su artículo se llenó en pocas horas de miles de comentarios ofensivos hacia su físico.

Este odio digital sin filtros, detallan las investigadoras coruñesas, acarrea otra consecuencia: mientas que los hombres pueden consolidar sus carreras políticas, las de las mujeres se vuelven fugaces. “A veces esta violencia no les acaba compensando. Ambos géneros la sufren, pero es distinta: a ellos se les critica por lo que hacen, mientras que ellas reciben insultos por su físico, comentarios referentes a la condición sexual o sobre con quién se acuestan, fotomontajes obscenos...” comenta Piñeiro.

El proyecto, en el que participan profesionales de las Ciencias Sociales, pero también del área de Informática, se nutre, para apuntalar su hipótesis, del análisis de miles de tuits y mensajes en redes sociales, pero también de entrevistas con políticas y expolíticas que están o han estado en activo en los últimos dos años; e integra cargos políticos que forman parte del Congreso de los Diputados, del Senado y de los parlamentos autonómicos.

Algunas de las que abandonaron la política institucional lo hicieron, precisamente, por considerar demasiado alto el peaje a pagar por la exposición que le reportaba su labor pública. Que Ángela Rodríguez o la exministra Irene Montero sean dos de las figuras de relevancia política que más hayan denunciado esta situación no es casual: las más afectadas por esta violencia, detallan los primeros resultados, son las mujeres ligadas a las políticas de Igualdad, como Bibiana Aído en su día o la ex ministra de Podemos hoy. “La gente que lleva políticas de Igualdad se convierte en la personificación de estas. En este momento hay una reacción antifeminista que tiene que ver con los avances en igualdad, la cuarta ola del feminismo y el ciberactivismo feminista. Así como hay formaciones que abanderan que la violencia no tiene género, hay partidos que han hecho su bandera la cuestión de la igualdad, y acaban recibiendo todo el odio de una sociedad polarizada”, alerta Piñeiro.