Entrevista

El maestro budista Dokushô Villalba: "La meditación zen es hacer el amor con uno mismo"

«Algunos tratan de venderla como una especie de aspirina para el alma que oculte los síntomas de un malestar profundo»

«Si no aceptas las cosas como son, no podrás fluir con ellas»

Dará la conferencia '¿Para qué sirve el zen?' este jueves en el Club Diario de Mallorca

El maestro zen en una conferencia en el Club Diario de Mallorca en 2018

El maestro zen en una conferencia en el Club Diario de Mallorca en 2018 / B. Ramon

Raquel Galán

Raquel Galán

El maestro budista Dokushô Villalba fue pionero en España de la meditación zen y ha escrito una treintena de obras sobre budismo zen y espiritualidad oriental. Este jueves, día 2 de noviembre, impartirá la conferencia ¿Para qué sirve el zen? en el Club Diario de Mallorca a las 18 horas, un acto organizado por la Asociación Zen de Mallorca.

¿Para qué sirve el zen?

No sirve para nada cuando se practica con la pretensión de que sirva para algo.

El zen suele confundirse con la meditación. ¿Es lo mismo?

El corazón de la práctica del zen es la meditación en posición sedente con las piernas cruzadas, el torso erguido e inmóvil. Ahora bien, ¿qué es meditación? Hay muchas clases de meditaciones. La zen, llamada zazen en japonés, es la practicada y enseñada por el buda Shakyamuni, considerado el fundador del budismo. Se basa en el cultivo de dos cualidades: la calma mental y emocional y la claridad de la conciencia. Es dejar que las aguas de la actividad mental se calmen hasta volverse la superficie quieta de un lago que refleja la realidad como es.

Existen incluso aplicaciones móviles para meditar. ¿Cómo ve esta expansión?

La meditación en general se está popularizando. Esto tiene un aspecto positivo y otro negativo. El positivo es que cada vez más personas sienten la necesidad de cultivar un espacio de quietud interior, sosiego y lucidez, pero lo negativo es que se está tratando de vender la meditación como una especie de aspirina para el alma que oculte los síntomas de un malestar profundo. En nuestra tradición, la meditación debe ser aprendida de un maestro, es decir, alguien con una trayectoria vital y experiencia reconocidas. Actualmente, hay quien solo ha hecho un curso de fin de semana y se lanza a enseñar. Se requiere comprender el contexto y tener la actitud mental necesaria para que la meditación surta efecto.

¿Por qué en una época tan materialista hay a la vez un gran interés por las disciplinas de autoconocimiento?

Porque cada vez resulta más evidente que el bienestar material no basta para tener una vida dichosa y plena. También tenemos necesidades psicológicas, emocionales y espirituales. Sin autoconocimiento, sin intimidad con nosotros, nos convertimos en autómatas, en máquinas de producir y consumir sin sentido.

¿A quién lo recomienda?

A cualquier persona que esté cansada de correr detrás de esto y lo otro. O que quiera dejar de huir perseguida por sus miedos. La meditación zen es sentarse y sentirse. Y ¿quién se sienta? Quien está cansado de correr. No es una terapia para el estrés ni para la depresión ni para nada. Es un puro acto de amor hacia uno, es hacer el amor con uno mismo, en la quietud e intimidad con el cuerpo, la respiración, el corazón y la conciencia de ser.

Dokushô Villalba en Mallorca en 2015

Dokushô Villalba en Mallorca en 2015 / Manu Mielniezuk

¿Qué diría a quien le parece una tontería estar en silencio para escucharse?

¡Que tenga mucho cuidado con ese estado de enajenación! Una persona que no conoce sus propios pensamientos, que no es consciente de sus necesidades íntimas, de sus emociones, que está desconectada de su cuerpo, es alguien que vive ajeno, como un extraño. Desconectado de su subjetividad, el ser humano se convierte en un robot fácil de programar y manipular. No se trata de encerrarse en un capullo narcisista para mirarse el ombligo, sino de un espacio de encuentro íntimo consigo mismo, con el ser real que somos.

¿Por qué cuesta tanto que en ese rato los pensamientos no se vayan a otro sitio?

Los pensamientos van donde quieren, pero no estás obligado a seguirlos. Ahí radica la diferencia. Cuando alguien se entrena en atención plena e introspección, aprende a desidentificarse de las fabricaciones mentales y puede observarlas con ecuanimidad y libertad sin implicarse en ellas. Necesitamos aprender esta higiene mental básica para no enredarnos en las construcciones mentales. Nadie nos enseña a pensar y mucho menos a no pensar, de modo que somos esclavos de nuestros pensamientos. La meditación zen te hace darte cuenta de que tú no eres lo que piensas y cuando ocurre, los pensamientos dejan de dirigir tu vida.

¿Practica yoga o algún tipo de ejercicio de origen oriental?

Practico la jardinería con pico, pala, carretilla, piedras y humus. Manejo la motosierra, el hacha y las tijeras de podar. Me gusta trabajar con el cuerpo y hundir mis manos en la tierra. Mi jardín es mi gimnasio y mi centro de yoga.

‘Zen o el arte de surfear las olas de la realidad’ es el título de otra charla que dio en Mallorca. ¿Por qué hay que surfearla?

Era una metáfora para decir que hay que mantenerse a flote y moverse en el sentido de las olas en las circunstancias cotidianas. Si no, te hundes. La depresión, por ejemplo, es una especie de hundimiento que te impide fluir con la vida diaria. El estrés es una ansiedad provocada por el deseo de que la ola vaya más rápida o hacia donde te interesa. Pero las cosas son como son y, si no las aceptas, no podrás fluir con ellas porque, lo aceptes o no, las cosas no dejan de ser lo que son.