Salud

La fiebre del oro de la inmortalidad: Silicon Valley y científicos buscan el milagro del rejuvenecimiento

La industria no busca fórmulas ‘antiaging’ como las cremas o tratamientos de estética que ya nos rodean, sino procesos en el laboratorio que consigan efectivamente detener el envejecimiento

El curioso caso de Benjamin Button.

El curioso caso de Benjamin Button.

Patricia Martín

El milagro retratado en la película ‘El curioso caso de Benjamin Button’ todavía pertenece a la ciencia ficción. Vivir eternamente joven o rejuvenecer llegado el momento sigue siendo un deseo más allá de la biología. Sin embargo, grandes empresas estadounidenses, respaldadas por millonarios como Jeff Bezos -fundador de Amazon-, consideran que el desafío de la inmortalidad está cada vez más cerca y han decidido invertir miles de millones en la llamada industria de la longevidad. Se trata de la nueva fiebre del oro estadounidense, a la que se está sumando, de lejos, Arabia Saudí.

La industria no busca fórmulas ‘antiaging’ como las cremas o tratamientos de estética que ya nos rodean, sino procesos en el laboratorio que consigan efectivamente detener el envejecimiento y, para ello, no han dudado en fichar a reconocidos investigadores.

Magnates de Silicon Valley como Peter Thiel, Larry Page, Elon Musk o Mark Zuckerberg han invertido en empresas del sector

Destaca, por ejemplo, Altos Labs, una empresa biotecnológica afincada en San Diego (EEUU) cuya “misión es restaurar la salud de las células a través de programas de rejuvenecimiento para revertir enfermedades, lesiones y discapacidades que pueden ocurrir a lo largo de la vida”, según reza su página web. La compañía está fundada, entre otros, por Juan Carlos Izpisúa, uno de los científicos españoles más reconocidos por descubrimientos como las primeras células de mono y humano, destinadas a crear, en el futuro, órganos en animales para trasplantes.

Bezos es uno de los principales patrocinadores de Altos Labs. Otros millonarios como el cofundador de PayPal, Peter Thiel; su homólogo en Google, Larry Page; el director de la red social X, Elon Musk, o Mark Zuckerberg (Meta) andan también obsesionados con la longevidad, invirtiendo en empresas diversas, con la filosofía de que la muerte es evitable.

¿Inmortalidad para 2045?

Incluso algunos gurús, como José Luis Cordeiro, profesor en Silicon Valley y autor de ‘La Muerte de la Muerte’, anda recorriendo el mundo sosteniendo que en 2045 el hombre será inmortal. En España recaló el pasado junio, junto con Liz Parris, fundadora de una biotecnológica que ha probado sus propios tratamientos y sostiene que tiene 52 años cronológicos y 21 biológicos.

"La inmortalidad es imposible, yo creo que la investigación va más encaminada a curar enfermedades degenerativas", afirma la científica María Blasco

En España, no obstante, los principales investigadores ‘antiaging’ tienen los pies más en la tierra. “La inmortalidad es imposible. El anhelo del ser humano es no envejecer. Al menos, es lo que a mí me gustaría. Yo creo que en el futuro vamos más a la aplicación de los descubrimientos, no para vivir más, sino para poder curar enfermedades degenerativas. Quizá podamos tener una vida más larga, libre de enfermedad, pero la prioridad es curar enfermedades”, sostiene María Blasco, una de las científicas españolas más reconocidas por sus aportaciones sobre los telómeros, regiones en los extremos de los cromosomas que se acortan con el envejecimiento.

Blasco lidera una investigación en el CNIO (Centro de Investigaciones Oncológicas) que “ha conseguido prolongar la vida de los ratones, alargando sus telómeros” y están enfrascados en “destruir los telómeros en células cancerosas porque una de las razones de que estas células se multipliquen sin fin es que sus telómeros no se acortan con el paso del tiempo”. “Nosotros queremos, en cierto modo, quitarle al cáncer la inmortalidad”, explica Blasco.

La edad biológica

A su vez, Marta Kovatcheva, investigadora en el laboratorio de Plasticidad Celular que dirige Manuel Serrano, en el IRB Barcelona, avisa de que “en el mundo hay mucha emoción y mucho dinero invertido, pero en el campo del antienvejecimiento estamos muy al principio”. “Hay que ser realista, llevar a cabo un ensayo que mida los efectos de los tratamientos durante, por ejemplo, 30 años, es complicado y costoso. La inmortalidad es poco probable”. Kovatcheva sostiene que una de las principales dificultades es medir la edad biológica (no la cronológica). “Nos faltan biomarcadores que realmente nos la digan”.

"Envejecer no ocurre por una sola causa, es el resultado de una red compleja de factores y eso hace que sea difícil de estudiar y cambiar", explica Nick Stroustrup

Mientras, Nick Stroustrup, investigador del Centro de Regulación Genómica (CRG), opina que el principal problema es que “el envejecimiento no ocurre por una sola causa”. “Más bien parece ser el resultado de una red compleja de factores y esa complejidad hace que sea difícil de estudiar y cambiar. Nuestras mejores herramientas están diseñadas para resolver problemas con causas únicas”.

Stroustrup y su equipo han creado una ‘máquina de la longevidad’ que escanea miles de gusanos cada hora para intentar entender por qué unos viven más que otros. “La combinación de grandes conjuntos de datos nos permite comprender los complejos orígenes del envejecimiento”, explica.

Cuatro técnicas

En la industria ‘antiaging’ sobresalen cuatro técnicas. En primer lugar, en Silicon Valley están enfrascados en la reprogramación celular, que consiste en manipular genéticamente las células para rejuvenecerlas. De momento se ha probado en ratones y hay grupos investigando en monos. Pero “al devolver las células al estado embrionario se reproducen rápidamente y pueden crear tumores; yo le veo serios problemas a corto plazo”, advierte María Mittelbrunn, investigadora del CSIC.

La reprogramación celular, matar las células defectuosas, la transfusión de plasma y potenciar el sistema inmunitario son las líneas de trabajo

Asimismo, también se trabaja en el campo de la senescencia celular, o en argot coloquial, células zombis, aquellas células defectuosas que no se mueren y pueden causar daños. De manera causal, se ha descubierto que algunos fármacos contra la osteoporosis o la fibrosis pulmonar matan células zombis, por lo que es una de los pocas investigaciones ‘antiaging’ que se está probando ya en humanos. El fin de estos ensayos es curar una enfermedad, pero podría servir para medir si son útiles en el rejuvenecimiento.

Además, hay quien apuesta por la plasmofóresis, que consiste en recibir plasma de donantes jóvenes. “De momento, los efectos demostrados son modestos y el riesgo beneficio no compensa”, según Mittelbrunn .

Por último, también hay investigaciones que buscan potenciar el sistema inmunitario, que se degrada con la edad, para que luche contra enfermedades degenerativas. Por ejemplo, Mittelbrunn, en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO), dirige un equipo que busca entender cómo el estado inflamatorio crónico puede acelerar el envejecimiento y cómo las células inmunes servir de diana terapéutica. “Tiene más lógica y yo creo que también más potencial usar herramientas que ya tiene nuestro propio cuerpo, como el sistema inmune”.

La incógnita sobre si el rejuvenecimiento llega, o no, se despejará en los próximos años. 

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