Virus

Vuelta al cole, ¿vuelta al Covid-19?

El regreso a las aulas coincide con un aumento de las infecciones y con la irrupción de una variante muy mutada

Hasta un 70% de los contagios en casa comienzan en los niños

Niños en la vuelta al cole.

Niños en la vuelta al cole.

Rafa López

Hoy vuelven al colegio los niños de todas las comunidades autónomas excepto Cataluña y Madrid, que regresaron hace una semana. Mientras los chavales están algo tristes porque se acaban sus vacaciones, muchos padres se las prometen muy felices porque, con los hijos en el cole, dispondrán de más tiempo. Sin embargo, como se ha visto desde 2020, en el inicio del curso los niños pueden traer a casa algo más que deberes: un virus muy contagioso que puede dejarlos fuera de combate a ellos y a sus familias, abuelos incluidos. Oficialmente se ha acabado la crisis sanitaria, pero el coronavirus del Covid-19 sigue circulando, y en esta vuelta al cole de 2023 lo hace por todo lo alto:

El SARS-CoV-2 no coge vacaciones y está en alza.

Desde la “gripalizacion”, hace año y medio, apenas se testea y no disponemos de indicadores de incidencia como antes, pero de manera indirecta se sabe que la transmisión lleva varias semanas en niveles muy altos. La positividad del Covid-19 en España es casi 70 veces superior a la de la gripe, virus estacional que sí se toma largas vacaciones, al igual que el virus respiratorio sincitial (VRS). Los ingresos por Covid-19 en mayores de 60 años se han duplicado en las últimas cuatro semanas. En su último informe epidemiológico, el ECDC europeo advierte de ese aumento de la transmisión “por las grandes aglomeraciones y un aumento de los viajes durante las vacaciones de verano, así como niveles cada vez menores de protección inmunológica contra la infección (pero no contra enfermedad grave) en la población”. Desde hace muchos meses se mantiene un nivel de infecciones alto de base: no es que haya grandes olas con picos pronunciados, sino que la zona debajo de la curva se mantiene en un nivel considerable y bastante estable. En otras palabras: la gráfica de personas infectadas no describe olas altas y depresiones bajas entre ellas, sino una “marea alta” permanente.

Los niños contagian.

Un estudio publicado en junio en la revista “Journal of American Medical Association Network” concluyó que el 70% de los contagios domésticos los inició un niño. La investigación halló que los niños de 8 años o menos tenían más probabilidades de ser fuentes de transmisión que los de 9 a 17 años. Ya en 2020, la agencia de salud pública sueca informó de que el 75% de los brotes de COVID no sanitarios se originaron en las escuelas primarias, secundarias e infantiles.

Pirola

Es una subvariante de ómicron muy mutada, con 32 cambios en su proteína de pico, y bajo monitorización de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En España solo hay registradas muestras en Castilla y León (1) y Andalucía (2), además de aguas residuales en Cataluña, pero dado el bajo nivel de secuenciación es muy probable que su presencia sea más relevante. No se saben aún sus consecuencias clínicas, habrá que esperar, pero esta subvariante pirola (BA.2.86) no es la punta de una rama en el árbol evolutivo del coronavirus, sino la raíz de otros linajes que podrían ser preocupantes si adquieren nuevas mutaciones que los hagan más infectivos. Por desgracia no lo sabremos hasta que se propague más.

La carga viral importa.

Lo que parecía una verdad intuitiva durante toda la pandemia, que una exposición más prolongada a personas con Covid-19 conlleva más riesgos que exposiciones más cortas, está ahora respaldado por datos del mundo real. Según remarca un reciente artículo en “Nature”, la inmunidad por vacuna protege de la infección si la exposición es baja a moderada, pero no protege si la exposición es alta, algo que puede ocurrir en un aula mal ventilada y llena de alumnos. Esto refuerza la conveniencia de llevar actividades al exterior, ventilar, filtrar el aire y utilizar mascarillas FFP2 bien ajustadas en interiores mal ventilados.

No se han hecho los deberes: ni ventilación ni filtración.

No se ha cumplido lo que muchos expertos en salud pública reclaman desde 2020: asegurar un aire de calidad en espacios interiores, como residencias y aulas, mediante ventilación y filtración. Muchas enfermedades infecciosas, incluido el Covid-19, la gripe, el VRS y el sarampión, se propagan por transmisión aérea, que ocurre mucho más fácilmente en ambientes interiores. Además, desde antes de la pandemia existe evidencia científica de que el aire “de segunda mano” que respiramos en interiores, a veces con alto contenido en CO2 (más de 800 partes por millón), disminuye el rendimiento cognitivo de alumnos y trabajadores en general. Paradójicamente, como han apuntado recientemente expertos del Centro Johns Hopkins para la Seguridad Sanitaria (Baltimore, Estados Unidos), la calidad del aire exterior está allí regulada por una legislación federal, pero no hay regulación para el aire en interiores.

El virus también conlleva riesgos para los niños.

Por último, pero no menos importante, es obvio que, afortunadamente, la letalidad del Covid-19 es muy baja en niños, que apenas sufren enfermedad grave en la fase aguda; sin embargo los estudios apuntan que la infección incrementa los riesgos a más largo plazo de ciertas enfermedades, como la diabetes tipo 1, algo que también se ha observado en adultos. Los niños de entre 4 meses y 2 años que han padecido Covid-19 tienen más probabilidades de tener anticuerpos que atacan a las células productoras de insulina, una característica de la diabetes tipo 1, según un estudio realizado con 885 niños con un riesgo genético elevado de tener este tipo de diabetes.

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