¡Qué extraños turistas!

No somos italianos por un pelo

No somos italianos por un pelo

No somos italianos por un pelo / CREADO CON ADOBE FIREFLY

Joan Riera

Joan Riera

Las Illes Balears son una comunidad autónoma española. Sin embargo, en el pasado fueron romanas y en los últimos nueve siglos pudieron girar hacia oriente, la península itálica, en vez de hacia occidente, la ibérica, al menos en dos ocasiones. La más reciente es de la época de Benito Mussolini, que proyectó colonizar el archipiélago con 200.000 italianos. La otra es de 1113/1114, cuando los pisanos conquistaron la Madina Mayurca árabe y la arrasaron. Sin embargo, unos meses después, ante la previsible llegada de los almorávides, se subieron a sus barcos y renunciaron a unas largas vacaciones mallorquinas. Con lo que les costó llegar. Como consuelo se llevaron algunos souvenirs. Por ejemplo, dos columnas de pórfido rojo, que estaban en la Almudaina y hoy custodian la entrada al baptisterio de Florencia.

Un poeta de Pisa escribió el Liber maiolichinus de gestis pisanorum illustribus (Libro mallorquín de los hechos ilustres de los pisanos). Los 3.500 versos son comparables con un árbitro casero. Atribuyen todo el mérito a sus compatriotas y solo de pasada se acuerda de que en el viaje y las excursiones complementarias participaron catalanes –es el primer texto que cita la existencia de este pueblo– y tropas de Roma, Luca, Florencia, Siena, Pistoia, Lombardía, Cerdeña y Córcega. Ya lo advirtieron Maria Barceló y Guillem Rosselló-Bordoy: «Los elogios a la bravura de los asaltantes son obvios, tal vez exagerados».

Pese al subjetivismo del texto, el Liber, etc., etc., etc. supone una guía completa para conocer Palma y sus alrededores. Al menos la de antes de que los hooligans –o como se les llame en italiano– destruyeran cuanto encontraron a su paso. Por cierto, ¿adivina cuál fue la excusa para atacar a los hijos de Mahoma? Exacto. Esgrimieron que las islas eran una guarida de piratas. Solución: el papa Pascual II autorizó una cruzada. Y, recordemos, las palabras cruzada y crucero tienen el mismo origen.

No somos italianos por un pelo | CREADO CON ADOBE  FIREFLY

No somos italianos por un pelo / CREADO CON ADOBE FIREFLY

Una flota de 500 embarcaciones fondeó el 6 de agosto de 1114, en plena temporada alta, entre Cala Major y Cala Figuera. Las quejas de los ciudadanos por la avalancha de cruceristas no sirvieron de nada. Como hoy. Alguna queja debió generar el primer destino escogido, porque poco después se trasladaron y desembarcaron en la zona de Can Pastilla–ses Fontanelles. Una playa menos saturada, incluso sin la ampliación de Josep Borrell. La descripción que hace la guía parece escrita hace poco más de un siglo, cuando los hoteles aún no constituían el primer cultivo: «Hay un pinar que se extiende en un amplio arenal que dista unas seis millas de las murallas de Mallorca [...] Un pantano y el ancho mar lo cierran por dos costados [...] Estos lugares se denominan Ramora o Forenna y muchos la llaman Catins [Prat de Sant Jordi]».

Los viajeros no se conformaban con practicar el turismo de sol y playa y querían conocer los monumentos de la ciudad. Por si fuera poco, en s’Arenal no encontraron discotecas ni biergartens. Problema que en nuestros días ha quedado sobradamente solucionado. Como los musulmanes no habían inventado aún el City Sightseeing y la muralla seguía en pie, no quedó más remedio que organizar un asalto entre lo que hoy conocemos como Porta des Camp y Porta de Sant Antoni. Corría el mes de febrero de 1114. El autor del Liber, etc., etc., etc. pudo entonces explicar la urbe a futuros visitantes: «Eran tres ciudades que tenían un único nombre. Empero si quieres nombrar cada una de ellas de modo diferente, podrás designar cada una de ellas con nombre distinto». La primera se llamaba Arabathalgidih y estaba «circundada por 50 torres». La segunda era Bebelgidith, con «un muro que se inicia en Arabathalgidih rodea el cuerpo de la ciudad, y, rozando las ondas del mar, se extiende junto a la ribera del mar». La tercera era Emodenia, que «muestra excelsas torres».

Espectacular. Los expertos aún debaten sobre los límites de las tres ciudades descritas en el Liber, etc., etc., etc. Sin embargo, la opción más aceptada sitúa la primera en el límite de sa Riera hacia poniente. La segunda ocuparía la parte oriental de sa Riera, hasta llegar a la zona del Temple y el convento de Sant Jeroni. La tercera correspondería al barrio de La Almudaina.

O sea, gracias al Liber, etc., etc., etc. hemos visitado lo mismo que el 99,9% los turistas de 2023 que se alojan en Palma: las playas de levante y poniente y el casco antiguo de la ciudad. Eso sí, si los expedicionarios no hubieran salido por patas, nuestros platos tradicionales serían la pizza y la mortadela en lugar del arrós brut y la sobrassada de porc negre de Can Company.

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