VENTA AMBULANTE EN LAS PLAYAS

Venta invasiva a pie de playa en Ibiza

La playa de Ibiza Ses Salines concentra decenas de vendedores ambulantes, una actividad que molesta a la mayoría de los bañistas y que afecta a los comercios de la zona. Pero también hay quien cree que se trata de un tipo de negocio que no provoca problemas

Las gafas es lo que más venden.

Las gafas es lo que más venden. / VICENT MARÍ

María Parejo Ribas

"¿Un pareo?" "¿Quieres hacerte unas trenzas?" "¡Frutita!". Es lo que se puede escuchar cuando se pasea o se disfruta de una mañana tranquila en ses Salines (Ibiza), una playa incluida en el Parque Natural. Es lo que gritan quienes venden de forma ilegal todo tipo de productos en este arenal, uno de los preferidos por ibicencos y turistas. Nada más llegar a la playa ya están preguntando si quieres algún artículo.

"Me parece fatal. Estás en la playa y es un sonido continuo de cerveza, bocadillos...", afirma Emilio, un residente que ha venido a pasar el día en ses Salines. Emilio cuenta que los vendedores se acercan constantemente a preguntarles si quieren comprar algo. "En 10 minutos nos han preguntado cuatro veces si mi nieta quería trenzas y nos hemos negado y te preguntan por qué", añade e indica que son "una molestia. El que quiera algo que vaya al chiringuito", exclama.

Un grupo de mujeres conversa acerca de este tema y concluyen que no molestan, pero que bajo su criterio este tipo de venta debería estar regulada.

"Nunca he comprado, pero vienen a preguntar siempre. Estamos intentando descansar y estar tranquilos viendo el mar y no paran de preguntar", relata Bruno Costa, un turista portugués que considera que los vendedores ambulantes son "muy intrusivos" y afirma que nunca les ha comprado. Costa explica que en Portugal no hay tanta cantidad de personas vendiendo en la playa.

Chiara y Michelle son dos turistas italianas que disfrutan de esta playa y no ven que haya mucha gente vendiendo. "No vienen mucho a preguntar. Nosotras somos de Roma y allí hay un montón de gente que vende cosas y aquí no tanto". Consideran que, "mientras sean respetuosos, no está mal".

Diversidad de opiniones

"Creo que se están buscando la vida y no lo veo mal. Es verdad que te avasallan, pero no lo veo mal del todo", relata Fernando Hermosilla, un turista que afirma haber comprado alguna vez refrescos a estos vendedores. "Si estuviese regulado no habría tantos ni estaría tan mal visto", considera.

"Me parece bien porque es un trabajo más y no me molestan. Solo vienen a preguntar alguna vez", explica por su parte Miriam Gracia, que admite haber comprado alguna vez pareos. "Habría que regular muchos trabajos para que esto no sea necesario", propone.

Dos vendedores esperando a que se les acerque algún cliente.

Dos vendedores esperando a que se les acerque algún cliente. / VICENT MARÍ

"No tengo ningún problema y ellos tienen que intentar ganar dinero. A veces, incluso compramos. No hay inconveniente mientras sean agradables. Además, no preguntan mucho y son muy calmados", cuenta Marcel Wainwright, un turista que está descansando en una de las hamacas de la playa.

Pero muchos otros estiman que esta venta ilegal no está bien, como Dolly Romero. "Son un poco pesados. Son muchos y si fuesen menos igual no me molestarían, pero estamos diciéndoles que no, gracias, cada rato", lamenta. Romero explica que estos vendedores suelen tener para ofrecer a los bañistas ropa, sombrillas, bebidas o fruta. Admite haber comprado esto último porque lo encuentra más barato que en los comercios legales.

"Lo veo perjudicial para los comerciantes de la playa, como son los chiringuitos. Lo veo fatal", relata Víctor, que pasa el día en ses Salines con su mujer, Isabel. Cuentan que cada dos minutos están acercándose a preguntar si quieren algún producto o servicio.

"Llevo trabajando aquí diez años y recuerdo que los primeros años era una locura, porque no respetaban el espacio y vendían bebidas a cada ratoResultaba bastante complicado que los clientes nos compraran una consumición", relata Pablo, jefe de playa de Sa Trinxa, quien cuenta que con los únicos vendedores que tienen más problemas son con los que venden consumiciones, puesto que con los demás tienen un trato "bastante bueno". "Los chicos que están en la puerta no venden bebida y no nos importan porque no tenemos problema con eso", señala.

Las mujeres suelen dedicarse a hacer trenzas.

Las mujeres suelen dedicarse a hacer trenzas. / MARÍA PAREJO RIBAS

"Con el paso del tiempo y gracias a la seguridad han ido respetando el espacio. Ahora se quedan en la zona donde no hay restaurantes, pero sí que siguen vendiendo. Hemos conseguido llegar a un consenso con ellos para que no entren a nuestra zona", detalla Pablo, y remarca que no tienen problema con los vendedores de pareos y otros artículos.

Por su parte, Alex Rabuñal, trabajador del Jockey, explica que si este tema estuviese regulado no generaría tantos problemas. "Se meten donde están los trabajadores [de los restaurantes] y hay gente que sube con la ropa de los vendedores a probarsela en los baños. Es competencia desleal", comenta Rabuñal, muy descontento por ello. Y añade que hay muchos vendedores en la playa. "Nos afecta porque hay más basura, lo que venden no pasa por ningún control sanitario y al final es competencia", sentencia.

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