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Análisis

Pensamiento binario: el error de plantear el covid como "todo o nada"

Plantear la respuesta al COVID como una dicotomía entre dos extremos ha sido uno de los fallos recurrentes de esta crisis

Mascarillas FPP2.

Este domingo se cumplieron dos años desde que la OMS declaró el brote de coronavirus como emergencia de salud pública internacional. En todo este tiempo, uno de los lastres de esta crisis de salud pública ha sido el pensamiento binario, el error de considerar la respuesta al COVID como una dicotomía entre dos extremos, sin grados intermedios. Por ejemplo, plantear la elección entre economía y salud, o entre el confinamiento duro y la ausencia total de medidas de prevención. Estos son algunos de esos "falsos binarios" pandémicos:

Libertad total / encerrarse en casa

La OMS y muchos científicos han advertido que con ómicron todos terminaremos contagiándonos. Pero eso no significa que tengamos que contagiarnos todos ya. “Aprender a vivir con la COVID no significa darle total libertad”, ha recordado el director general de la OMS, Tedros Adhanom. Evitar en lo posible el contagio sigue siendo la recomendación más razonable. Eso no implica encerrarse en casa. No estamos en marzo de 2020, tenemos vacunas, mascarillas y ventilación, y pronto dispondremos de antivirales orales.

No contagiarse jamás / entregarse al contagio descontrolado

El contagio no es binario. Importa en qué grado nos contagiamos. “La cantidad de virus a la que nos exponemos puede marcar una gran diferencia en la gravedad de la enfermedad –dice en Twitter el genetista estadounidense David States–. Es cierto para todos los virus estudiados, asume que también es así para el SARS-CoV-2”. Por ejemplo, no es lo mismo contagiarse en una fiesta en un piso en el que varias personas infectadas cantan y gritan sin mascarilla, que contraer el virus porque han entrado aerosoles con virus por un hueco de la mascarilla en una conversación con un positivo. En el segundo caso, la carga viral será mucho menor, por lo que la enfermedad tenderá a ser más leve.

Los niños son supercontagiadores / no contagian

Como ha dicho en una entrevista con Faro de Vigo la doctora en Farmacia y divulgadora Marián García (Boticaria García), “se ha visto que los niños no son supercontagiadores, pero transmiten el virus. Hay una diferencia entre ser supercontagiador y no contagiar”. Aunque en la inmensa mayoría de los casos los niños no padecen la enfermedad de forma grave, que transmitan el virus es algo a tener muy en cuenta, sobre todo si los recogen sus abuelos en el colegio. Ahora la incidencia entre los menores duplica a la de los otros grupos de edad. Por las características de las familias y del virus, el contagio de los padres y cuidadores de esos niños positivos resulta casi inevitable, lo que causa un gran impacto sanitario y económico.

Hay que cerrar los colegios / hay que abrirlos sin más

Existe un consenso general sobre la importancia de la educación presencial. Hubiera sido un sinsentido cerrar los colegios mientras abren los bares. Sin embargo, entre cerrar todas las aulas y no reforzar en absoluto la prevención ante ómicron hay muchos grados. Es lo que plantean expertos como Javier Pérez Soriano, especialista en prevención en centros docentes. Él y otros científicos plantean medidas como la utilización de medidores de CO2 para medir la calidad de la ventilación, instalar filtros de aire y mejorar la calidad de las mascarillas de profesores y alumnado. Algunos colegios ya tienen las FFP2 como norma.

Ventilar abriendo de par en par / tener todo cerrado

Se suele decir que ventilar en invierno es imposible sin tiritar de frío. No es cierto. Expertos en aerosoles como José Luis Jiménez, profesor de Química de la Universidad de Colorado (EEUU), insisten en que es posible realizar una ventilación cruzada con las ventanas entornadas o simplemente dejando rendijas, sin tener que abrirlas de par en par. Depende mucho de si afuera sopla o no el viento. ¿Cómo saber si ventilamos bien? Para eso están los medidores de CO2 con filtro de infrarrojos (NDIR). Por encima de 700 u 800 partes por millón hay que ventilar, ya que una mayor proporción de aire expirado en el ambiente aumenta el riesgo de contagio.

Eliminar las mascarillas / obligar a llevarlas en exteriores

Entre imponer las mascarillas incluso en exteriores, como se hace en España, y eliminar su obligatoriedad en interiores, como Reino Unido, hay muchos grados. Los expertos coinciden en que generalizar su uso al aire libre, cuando se pueden mantener las distancias, es una medida absurda. En lugar de eso habría que mejorar la calidad de las mascarillas que llevamos en interiores, reducir el precio de las FFP2 y realizar campañas públicas de divulgación sobre la importancia de llevarlas bien ajustadas.

El coronavirus es letal / es inocuo

El coronavirus no mata en la misma medida que antes, gracias a las vacunas pero no es inofensivo. Expertos como la científica gallega Sonia Villapol llaman a no restar importancia al COVID persistente y otras consecuencias que pueden aparecer incluso después de casos leves o asintomáticos.

Erradicación total del virus / libre transmisión

Como ha afirmado en un artículo el epidemiólogo estadounidense Jeffrey Lazarus, del ISGlobal de Barcelona, parece que “las autoridades han renunciado a impedir la transmisión del virus en plena pandemia”. Lo escribió semanas antes de que Dinamarca, país en el que residió durante años y visita con frecuencia, eliminase todas las medidas preventivas estando en máximos de incidencia. La erradicación del SARS-CoV-2 es imposible al tener reservorios animales, pero se puede apostar por la eliminación: mantener el virus bajo control, como ocurre con el sarampión.

Vacunas: de asegurar que evitan todos los contagios a afirmar que no sirven para nada

Las vacunas, especialmente las de ARNm, mostraron desde el comienzo una elevada eficacia, sobre todo para evitar hospitalizaciones y muertes (por encima del 90%), pero también para reducir la transmisión. Así lo demostraban los primeros estudios de “vida real” en Israel. En redes sociales proliferaron falsos expertos que proclamaron que eso acabaría con los contagios. Sin embargo, los verdaderos especialistas, como el investigador gallego Federico Martinón, asesor de vacunas de la OMS, y el inmunólogo estadounidense Anthony Fauci, advirtieron desde el principio que ese no es el objetivo primordial de las vacunas. “No estamos seguros, en este momento, de que la vacuna proteja contra la infección”, declaró Fauci a la CNN el 10 de diciembre de 2020. Los CDC estadounidenses emitían la misma cautela.

Los antivacunas han aprovechado la progresiva disminución de los niveles de anticuerpos y la evasión a los mismos que muestra ómicron para propalar el bulo de que estas vacunas no sirven para nada, lo cual es falso. Como ha declarado a “El Periódico de España”, del mismo grupo que FARO, el presidente de la Sociedad Española de Inmunología, Marcos López Hoyos, “lo que eliminan las vacunas es la posibilidad de enfermedad grave”. Las inyecciones “ponen freno a la infección porque disminuyen la diseminación del virus, pero en ningún caso, son esterilizantes, por lo cual no eliminan la posibilidad de infectarnos”, ha precisado el experto. Entre que la vacuna anti-COVID sea un muro infranqueable contra el contagio –ninguna vacuna lo ha sido en realidad– y que no sirva para nada media un abismo.

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