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Vuelven las bodas: el regreso del ‘sí, quiero’

El avance de la vacunación y el fin del estado de alarma motivan el retorno de los enlaces presenciales tras el parón casi absoluto de 2020 u Bodas con mascarilla y sin baile, la nueva normalidad en el amor

Un momento de una de las pocas bodas que se celebraron el pasado verano en Mallorca. EXCLUSIVE CATERING

Nunca antes un ‘sí quiero’ se hizo tanto de rogar. La odisea de casarse en tiempos de coronavirus ha pospuesto miles de bodas durante el último año y medio. Si de por sí organizar este tipo de eventos no resulta una tarea sencilla, ahora hay que sumar a todo ello las restricciones, los continuos cambios de normativa y el miedo que todavía genera el reunir a tanta gente en un mismo espacio.

Pese a todo, el amor ya ha demostrado que es capaz de superar todos los obstáculos. 2021 va a ser el año de las celebraciones pospuestas, el de las ceremonias con mascarilla a juego con el traje y el del baile nupcial sin relevo de los suegros. Sin duda será un recuerdo diferente, pero que a buen seguro los novios nunca olvidarán.

Christina Suau y David Matas llevan año y medio organizando su gran día. La fecha prevista, desde un principio, ha sido el 26 de junio. Si nada ni nadie lo impiden se darán el ‘sí quiero’ en la finca de Son Mesquida Nou. «El 18 firmamos en los juzgados, pero habrá que ver qué pasa con la boda», reconoce la novia a un mes vista del enlace. «Tenemos muy claro que, si las restricciones no bajan, habrá que aplazarla. La lista de invitados es de 130 y de ahí no nos movemos, es algo que ya hemos hablado con Tot a punt, nuestra empresa organizadora. Si no hay fiesta ni baile, tampoco hay boda. Nos han dado muchas facilidades y ya tenemos dos fechas previstas en caso de no poder realizarla en junio», resalta.

Olga Vidal y José Luis González, durante su boda en el Maricel.

En principio tienen prevista una celebración vespertina, pero es algo a lo que se pueden adaptar según las circunstancias. «Con lo que sí que hemos tenido problemas, y sé que no somos los únicos, es con la contratación de algunos servicios. Por ejemplo, cerramos la peluquería o las alianzas y, sin previo aviso, dieron por sentado que habíamos aplazado el convite y nos cancelaron el servicio. Si ya de por sí toda la organización es estresante, con estas cosas lo es todavía más», señala Christina.

Una de las partes fundamentales de cualquier enlace sigue siendo su despedida de solteros. Las actividades en exteriores han ganado adeptos en los últimos meses, al igual que la opción de alquilar una finca para poder celebrar una pequeña fiesta con los amigos más cercanos: «Tuvimos que dividirnos en dos grupos y organizar dos días de despedida. ¡Ni tan mal! Es verdad que te quedas con las ganas de salir de fiesta, pero lo sustituimos por otras actividades».

Christina Suau y David Matas esperan poder casarse el 26 de junio. VÍCTOR SERRA

Desde el pasado domingo el Govern ha relajado las medidas. Se ha pasado de un máximo de 15 personas en interior y 30 si el acto es al aire libre, a 20 bajo techo y 50 en exteriores. Las mesas siguen siendo de un máximo de 4 y el uso de la mascarilla es obligatorio durante toda la ceremonia. Además, solo se permite un baile, el nupcial. Para más inri, no hay barra libre y, aunque el toque de queda ha ganado una hora, los espacios de celebración en interior deben clausurarse a las 18, y en exterior, a las 23.

Todas estas medidas han provocado que las bodas tengan un carácter mucho más íntimo, que la lista de invitados acceda a un tijeretazo sin escrúpulos y que la siempre deseada luna de miel tenga que esperar su momento. Sin embargo, el avance de la vacunación y el fin del estado de alarma ha animado a las parejas a reafirmar su fecha y este año está previsto un ‘boom’ de enlaces tras el parón casi absoluto de 2020. Según el INE, en el primer semestre del pasado año los matrimonios se desplomaron un 60%, 28.000 frente a los más de 72.000 del año anterior. Solo en Baleares, se pasaron de celebrar 30.000 en 2019 a los 3.000 del 2020.

Olga Vidal y José Luis González han sido de los pocos osados que se han atrevido a darse el ‘sí quiero’ casi en pleno estado de alarma. La suya fue una boda íntima, sin opulencia, aunque reconocen que tampoco hubiera cambiado mucho de no haber estado la pandemia de por medio: «Nos casamos el pasado 23 de abril. Nos la jugábamos mucho con el tiempo, porque en interiores no permitían reuniones y en exteriores lo máximo en aquel momento eran 12 personas, las que fuimos».

«De no haber habido celebración, nos hubiéramos casado igualmente, eso lo teníamos muy claro», reconoce la novia, quien resalta el gran trato que recibieron en el Hotel Maricel desde el primer momento en el que se pusieron en contacto con ellos para poder llevar a cabo el envite de su enlace. «Nos dividieron en tres mesas de cuatro personas, lo máximo permitido por ley, pero hizo un día hermoso y pudimos disfrutar de las bonitas vistas del establecimiento», recuerda.

«La boda acabó a las cinco de la tarde, que por aquel entonces era lo máximo permitido. Fue un enlace íntimo, pero muy emotivo y no nos arrepentimos para nada de que tuviera que ser en esas circunstancias. Quizás faltaron algunos invitados, pero al vivir fuera de la isla, lo complicado es que vinieran de viaje. Ahora tenemos pendiente la luna de miel, eso ya le he dicho a mi marido que no me lo salto, ya sea este año o el siguiente», reclama risueña.

Adiós a la barra libre y el picoteo

Durante el convite, las restricciones también lo han cambiado absolutamente todo. Óscar González, propietario de Exclusive Catering, empresa especializada en la organización de este tipo de eventos, reconoce que «pese a la complicada situación, son cada vez más las parejas que se animan a no aplazar más su día». «El año pasado solo pudimos organizar dos, cuando teníamos una previsión de unas 60 o 70. Ahora mismo tenemos cerradas 28 para 2021 y no creo que ninguna se anule, ya que están programadas con un aforo atendiendo a la normativa vigente», reconoce.

«Las nuevas restricciones», admite, «han provocado un cambio notorio en la organización de los eventos». Muchos novios parten ya de la idea de organizar «una ceremonia doble». En 2021, con una veintena de familiares o amigos, algo mucho más íntimo, y en 2022 con una fiesta para todos. Además, si en los últimos años lo normal era que a las celebraciones acudieron una media de 100 invitados, ahora las parejas contratan un catering para no más de 20 o 30 comensales.

«Si antes de la pandemia Baleares era la tercera comunidad que más bodas organizaba a nivel estatal, ahora las cosas han cambiado. Las severas restricciones que hay en Mallorca han provocado que muchas parejas se hayan decantado por trasladar su fiesta a otra provincia. Otro problema serio será el calor. Ahora mismo casi todos los catering se preparan al mediodía, debido al toque de queda, pero en pleno agosto y en exteriores, si celebramos una boda de día se nos muere alguien», señala no falto de razón.

Lo de tomar una copa bailando o aposentarse frente al cortador de jamón es cosa ya también del pasado. En los servicios de catering se rompen la cabeza para que los convites se resientan lo menos posible. «El self-service está totalmente prohibido. Puede haber buffet, siempre y cuando sea atendido. Seguramente lo que más ha cambiado sea el aperitivo, que debe servirse en platitos individuales. Se acabó la bandeja repleta de jamón o croquetas, al igual que la barra libre y el bailecito con copa en mano. Puedes acercarte a pedir un cocktail, pero ya no puedes tomártelo de pie, debes volver a tu mesa y bebértelo sentado, en tu sitio», señala.

El próximo 6 de junio el BOIB volverá a abrir la mano en cuanto a las restricciones y para entonces se espera poder llegar a los 80 invitados en exteriores. Poco a poco la nueva normalidad va llegando a un sector que ha estado prácticamente año y medio parado y que a duras penas ha logrado sobrevivir. Todas las bodas que fueron aplazadas en 2020 pueden empezar de nuevo a celebrarse en un 2021 que espera ser recordado en los álbumes de muchas familias.

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