Rafel Nadal (Manacor, 1986) es quien le pega a la pelota con toda la fuerza del mundo, el que celebra los puntos al estilo Jimmy Connors y el que levanta los trofeos, el último, el Abierto de Estados Unidos el pasado 8 de septiembre, el 84 de su carrera. Si dicen que detrás de cada gran hombre hay una gran mujer, en este caso Mery Perelló, tras el mejor deportista español de todos los tiempos se encuentra una familia que le arropa desde pequeño, en los buenos y malos momentos.

En 2009, con 23 años, los hubo de todos los colores. Sus incontables victorias sobre cualquier tipo de superficie por un lado y las lesiones por otro que, unidas a la traumática separación de sus padres, le hicieron ver que en la vida no todo es color de rosa. Ese año luchó, como posiblemente en ningún otro, por volver a ser el que fue. Seguro que ha quedado marcado en su memoria, tanto en el capítulo profesional como personal.

Además de la familia, Nadal ha tenido la suerte de contar con un extraordinario entrenador que, además, es su tío. Por encima de todo lo que pudo haber enseñado a su sobrino, Toni Nadal (Palma, 1961) ha inculcado a su pupilo humildad, "que tenga los pies en el suelo", repite siempre Toni, la persona que hasta 2017 ha llevado la carrera profesional de Rafel y el principal responsable de que haya sido triunfal.

Antes que tenista está la persona. Esta es la consigna de Toni Nadal, que ha calado hondo en el jugador, respetuoso siempre con el rival, se llame Federer o uno perdido en la clasificación de la ATP.

Y es que para este padre de familia, que convive con Joana Maria, con la que tiene tres hijos: Marta, de 19 años; Toni, de 17 y Joan, de 16, el tenis es un trabajo más, del que disfruta como nadie. Se ha dedicado plenamente a dirigir la carrera de Rafel, pese a que mantiene negocios de pistas de pádel y de vidrio con su hermano Sebastià, padre del campeón. "Él se encarga de que el negocio funcione y yo de que lo haga su hijo", bromeaba tiempo atrás. Ahora es el director de la Rafa Nadal Academy, cargo al que accedió tras decidir que, con 57 años, ya era hora de dejar de dar vueltas por el mundo.

Toni, que en la década de los ochenta dejó a medias las carreras de Derecho e Historia, llegó a jugar en Segunda categoría nacional, colocándose entre los treinta mejores españoles. Pero no pasó de ahí. Sin embargo, el tenis lo llevaba en la sangre y se hizo un hueco como entrenador en el Club Tenis Manacor, una instalación a tiro de piedra de su casa y a la que en muchas ocasiones llegaba en Vespa acompañando a alguno de sus alumnos.

Fue allí donde Rafel se enamoró del tenis. Un día del verano de 1990, con cuatro años recién cumplidos, el doce veces vencedor en París acompañó a su padre, que había quedado con su hermano, al Club de Tenis. Fue cuando quedó prendado del movimiento de la pelota de un lado a otro de la red. Los años pasaron y Rafel seguía destacando en fútbol, el deporte que practicaba, quizá influenciado por su tío Miquel Àngel, rutilante estrella del Dream Team de Cruyff. Pero la condición de entrenador de tenis de su tío pudo más que cualquier otro condicionante. Y desde que Rafel cumplió 11 años, Toni se dedicó en exclusiva a la carrera de su sobrino. "A esa edad vimos que podía hacer cosas importantes. Me centré en él, aunque lo importante para la familia seguían siendo los estudios", afirma el entrenador cuando se le requiere por la cuestión.

Toni Nadal es el antidivo por antonomasia. Detesta la popularidad, aunque la lleve bien y, cuando firma autógrafos, lo hace como si la cosa no fuera con él y quedándose con las ganas de decirle al que le reclama su firma que el famoso no es él, sino su sobrino.

Toni es el mejor acompañante que podría tener el laureado tenista. El entorno del jugador es, precisamente, lo que más han destacado todos los expertos, por encima incluso de sus cualidades en la pista, conscientes de la gran cantidad de jugadores que se han quedado en el camino por no haber llevado una vida ordenada fuera de la competición.

Su mentor le ha dado auténticas lecciones de vida, al margen de lo que le ha enseñado en las pistas de tenis. La primera vez que se proclamó campeón de España absoluto, Toni le mostró una larga lista de campeones que, con el tiempo, se han quedado en nada. Otra forma de decirle que, si no se esmeraba, si no se dedicaba en cuerpo y alma al tenis, engrosaría la lista de campeones anónimos. O como, en el vestuario del All England Tennis Club, tras acabar de perder de forma dramática ante Roger Federer su segunda final consecutiva en Wimbledon, en 2007. Viendo destrozado a su sobrino, le dijo: "No tienes derecho a llorar. Cualquiera pagaría por estar ahora en tu lugar. Tú no tienes ningún problema, sólo has perdido una final de un torneo de tenis". Y es que, intentando restar importancia a las hazañas de su sobrino, Toni Nadal siempre dice que "el único mérito de Rafel es pasar la pelota por encima de la red".

Si el tío Toni es quien ha controlado los pasos del tenista en la pista, su padre, Sebastià, es el que maneja todos los movimientos de su carrera profesional. Cualquier decisión que afecte al tenista debe tener la bendición del padre. Es el encargado de controlar el patrimonio del deportista. Todo contrato, tanto deportivo como publicitario, ha de contar con su visto bueno, para bien de la empresa.

El tenista siempre se ha mostrado reacio a hablar de su vida personal, especialmente de temas tan delicados e íntimos como en su día lo fue la separación de sus padres. Sólo una vez, desde que el diario británico The Times desvelara lo que era un secreto a voces, Nadal ha hablado de sus padres. Fue en una entrevista concedida a TVE en 2009, año en que vivió su particular tsunami. "Me costó aceptarlo, pero mi familia no es diferente a la del resto de los mortales. Intento llevarlo de la mejor forma posible y centrarme al máximo en el tenis", dijo el de Manacor.

Cuando se dio a conocer la separación de sus padres, Nadal acababa de pasar por el trance de tener que renunciar a la defensa de su título en Wimbledon. La tendinitis en ambas rodillas, que ya le afectaron en su temprana eliminación en Roland Garros, en su primera derrota sobre la arcilla de París, le obligaron a tomarse un largo periodo de descanso. Sus palabras para explicar su ausencia de las pistas fueron enigmáticas: "He llegado al límite y necesito una limpieza para volver con fuerza". ¿Se refería a las lesiones o a la separación de sus padres? Sólo él lo sabe.

La madre del tenista, Aina María, es la que, desde siempre, ha llevado peor que su hijo se dedicara en exclusiva al tenis desde tan temprano. En la factura del campeón mallorquín aparecen los estudios. "Se hizo profesional demasiado pronto y era completamente imposible compaginarlo. Yo lo llevé muy mal. No podía consentir que no estudiase, pero la vida te acaba imponiendo las cosas", afirmaba, resignada, su madre.

Los Nadal, establecidos en Manacor desde el siglo XIV, son los primeros fans de Rafel. El primero de todos era su abuelo, con el mismo nombre, director de la orquesta de la ciudad y que falleció en 2015 a los 86 años. Aunque nunca acudía a los torneos, guardaba todos los recortes de prensa. Sus cinco hijos han desarrollado sus propios caminos, pero viven en Manacor o en sus proximidades y se reúnen casi a diario. Muchos de ellos comparten empresas y toda la familia participa en negocios inmobiliarios.

Miquel Àngel, exfutbolista del Barcelona, Mallorca y la selección española, reside en Porto Cristo. Como deportista más aventajado de la familia, siempre ha sido un espejo para su sobrino, pese a que Rafel nunca ha ocultado, sino todo lo contrario, sus preferencias por el Real Madrid. Otros hermanos tienen también casa junto al mar, como Rafel, otro de los tíos del tenista, y que procura no perderse ninguno de los grandes partidos de su sobrino.

A sus 33 años es ahora el orgulloso dueño de 84 títulos individuales (19 de ellos Grand Slam), una medalla de oro olímpica y decenas de premios más a nivel internacional por sus logros deportivos y aporte a la humanidad. El que será número uno del mundo a partir del 4 de noviembre es un icono para millones de niños alrededor del mundo que sueñan con ser como el campeón, un chico que, gracias a estar rodeado de una familia normal, se caracteriza por ser un joven sencillo que simplemente está muy agradecido a la vida. "Estoy muy feliz con mi vida, todos los días me despierto y me digo a mí mismo lo afortunado que soy".

La familia de ella

Manacorina también es la familia de Maria Francisca Perelló (que después fue Xisca y más tarde Mery). Su padre, Bernat Perelló, nació en Palma, mientras que su madre, Maria Pascual, lo hizo en Manacor. Perelló padre se ha dedicado durante toda su vida al sector inmobiliario. Fue constructor, y aprendió el oficio de su primogénito afianzando una tradición familiar. Pascual, la madre, a quien su hija le debe uno de sus dos nombres, trabaja desde hace años en el ayuntamiento de Manacor, en el departamento de actividades. El matrimonio que forman Perelló y Paqual no tiene más hijos, así que esta boda es importante para ellos, pues verán a su única hija en el altar con el hombre que ha elegido para compartir su día a día.

La pareja, del que todo el mundo destaca su discreción y normalidad (cualidades de las que hace gala la hija), conserva un grupo de buenos amigos desde hace años con los que salen a cenar asiduamente. Hacen muchas cosas juntos y nunca hablan de la relación que mantiene su hija con el tenista. Son cercanos y amigos de sus amigos, algo que ayuda a que el ambiente que les rodea sea sano y saludable.