Hace más de diez años que estudió Diseño de Moda en Barcelona, pero recuerda que en aquellos momentos no quería formar parte de ese mundo ni de esa industria: "La percibía como muy corrosiva y rápida". A Adriana Meunié (Santanyí, 1985) lo que le gustaba eran los textiles, y se embarcó en un proceso de aprendizaje y descubrimiento artístico con estos materiales, trabajando con los telares o haciendo cuadros con dibujos cosidos, ejercitando su parte más artística. Para ella, lo textil es un lenguaje, y disfrutaba ?aún lo hace? expresándose a través de él.

Después de estar un tiempo fuera volvió a Mallorca hace unos cuatro años. Por cuestiones de trabajo, se reencontró con el diseño de moda, con la ropa, pero de una manera que hasta ese momento desconocía: "Empecé a escuchar conceptos como slow fashion o moda sostenible, algo que cuando yo estudiaba nadie me mencionó. Cuando descubrí que la moda sostenible significaba que las producciones fueran pequeñas, que se pudiera controlar todo el proceso de producción, que los tejidos fueran orgánicos? pensé que sí que tenía sentido hacer moda", explica la diseñadora, que el mes de marzo presentó su marca, Ódeminuí, después de un año y medio de trabajo.

Ódeminuí es el nombre con el que Meunié firmará sus piezas de ropa. Recientemente ha presentado solo las seis prendas básicas que "siempre haré y estarán disponibles". Son piezas de talla única, no tienen temporada ?aquello de lo que no está de moda nunca pasa de moda? aunque se pueden hacer algunos retoques si no encajan bien con algún cuerpo. También son de género fluido, y "lo que más me gusta es que quedan diferentes en cada figura, son flexibles", apunta. Tiene dos líneas, una de tejidos orgánicos ?lino y ramio? y otra de viscosa: "Así tengo dos franjas de precios, porque una colección pequeña ya de por sí tiene un coste más elevado de lo normal". Los colores predominantes, por ahora, son el negro y los neutros. Las telas las compra en Alemania, pero ella realiza el diseño, los patrones y corta la tela, que luego cosen profesionales de la isla. Aunque asegura que es "muy complicado producir aquí. El turismo abarca todo el interés y hay muchos oficios que no pueden llevarse a cabo. La zapatería está desapareciendo, y cada vez es más complicado encontrar a alguien que sepa coser. No hay industria, y parece que tampoco interesa", lamenta Adriana.

Su idea es ir sacando colecciones cápsula que complementes estas seis piezas básicas: "Tengo ganas de hacer otras cosas, con mucho más color y otras formas. Pero serán colecciones limitadas que, una vez acabadas, no volveré a hacer". Subraya que está feliz por como la gente ha recibido su propuesta, y asegura que ha encontrado su sitio en el mundo de la moda.