a reina Victoria de Inglaterra (1819-1901) sigue fascinando a sus paisanos, posiblemente por liderar el periodo de apogeo económico, político y menor belicosidad del imperio británico. De su vida privada destacan dos 'affaires', platónicos según la versión oficial. Uno con el criado escocés John Brown (reflejado en la película Su majestad Mrs. Brown, John Madden, 1997) y el posterior con el indio Abdul Karim que desarrolla esta película. En ambos filmes, curioso, Judi Dench encarna a la reina.

El director Stephen Frears alterna últimamente potentes dramas ( Philomena, La reina) con dramedias más blanditos (T amara Drewe, Florence Foster Jenkins). Aquí cae en este segundo bando, por lealtad monárquica y ¿temor? a levantar ampollas afilando demasiado el bisturí. A Victoria casi la pone de santa (inteligente, valiente, culta, abierta de mente, cansada del peloteo de sus cortesanos). Sólo en un par de momentos reconoce que es soberbia, agarrada e irascible, achacándolo a la presión de su cargo. Dench, por supuesto, saca toda la humanidad y el genio que le cede el guión. De Abdul Karim se resalta más su fidelidad, su aprecio (posiblemente genuino) hacia su jefa, su cultura adquirida a retazos y ausente de pedantería; y se soslaya su ambición personal. Hay una leve crítica a los exorbitantes privilegios y derroches de la monarquía y un leve mensaje de apoyo a la comunidad musulmana. Los escasos gags vienen de la mano del otro indio (con toques de Sancho Panza) y el médico, desaprovechando (lástima) una tentadora veta de humor a lo Monty Python. Resultado: comedia costumbrista histórica, muy amable, muy digerible, con regia, grandiosa una vez más, Judi Dench.