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De Jeff Nichols. Actores Matthew McConaghey, Tye Sheridan, Jacob Loftland, Sam Shepard. Nacionalidad: Estados Unidos, 130 minutos. Cines: Augusta.

Tras la excelente Take shelter, el cineasta Jeff Nichols se muda a Arkansas, un anodino estado del sureste americano, y un anodino río de ese estado, para narrar la historia de un fugitivo por delito de sangre (McConaghey) que embauca a unos chicos para que le ayuden. O, invirtiendo la cámara, la historia de un chico (Sheridan) que recibe la primera lección/bofetada de lo que es ser adulto por ayudar a ese fugitivo.

Contado así, suena a película del oeste. Sin embargo la especialidad, el estilo de Nichols, va más por los serpenteos psicológicos de sus protagonistas, con un puntual recurso a las armas. La sencillez argumental de la película anterior se troca en una dispersión de tramas: el amor fou del protagonista, la indecisión de su amada, la inconsciencia juvenil de los jóvenes, el divorcio de los padres del chico, su primer escarceo amoroso, la vendetta de los perseguidores y el misterioso vecino. El filme es largo y se sostiene, con un poco de paciencia, por la fascinación que ejerce el fugitivo (su nombre da título a la película) redoblada con el físico y una gran actuación de McConaghey. La edad de los chavales (catorce años) es otro acierto, ni demasiado frágiles ni creciditos. El personaje de Sam Shepard es el más inverosímil y literario en sentido positivo. Y se agradece cómo integra Nichols la naturaleza en el guión: las viviendas flotantes, la lancha empotrada en un árbol por una lejana inundación... sin sordidez ni regodeos visuales. Película más dispersa y menos profunda que Take shelter pero con un atractivo equilibrio entre historia de aventuras y drama psicológico.