Suite. Forma musical que consiste en una agrupación de danzas o en una agrupación de movimientos unidos por cualquier motivo musical o extramusical.

El concierto que comentamos empezó con una muy acertada interpretación del quinto movimiento de la suite escrita por Rimski-Kórsakov a partir de su ópera Mlada. El director, ruso como el compositor, optó por un inicio con aires nacionalistas que puso al oyente a la expectativa ya que esos primeros cinco minutos sonaron muy bien. Los metales, con un sonido muy controlado pero enérgico fueron la estrella de esa obra inicial.

Concierto. Forma instrumental en la que un solista dialoga con toda la orquesta.

Para ofrecer una vez más el popular Concierto para violín de Tchaikovsky, la orquesta invitó a una joven instrumentista americana, Mia Laity, quien no convenció en la versión que hizo de la conocida partitura. Muchos aplausos (incluso a destiempo), eso sí, pero dirigidos más a elogiar la juventud y al atrevimiento que la calidad. Mucha técnica, con casi todas las notas en su sitio, pero con poca musicalidad. En música no basta decir las cosas, uno tiene que recitarlas, interpretarlas. Sentimiento, pasión, alma... faltaron en esa obra clásica del repertorio. Lástima. Quizás con otra elección, con otra partitura, hoy loaríamos el buen hacer de la solista. Nada que objetar a la orquesta y al director, que acompañaron la interpretación de forma sobria y acertada.

Sinfonía. Forma musical escrita para una orquesta, normalmente en cuatro movimientos cada uno de ellos con su tempo y estructura diferentes.

Después de una larguísima pausa (pregunto: ¿por qué los intermedios son tan largos? ¿Cómo es posible que para escuchar poco más de ochenta minutos de música debamos estar ciento treinta y cinco minutos en el teatro?), en la segunda parte, la Tercera de Beethoven, con una formación muy atenta a las múltiples indicaciones del maestro, con un sonido envolvente y lleno de matices (muy bien los bajos con unos Martin Greeg boys fantásticos). La obra resultó, sin duda, lo mejor de la noche, con un cuarto movimiento de gran nivel y con una marcha fúnebre (segundo movimiento) viva y alejada de las entonaciones decadentes y lúgubres que algunos directores, demasiadas veces, intentan imprimirle.

Naftalina. Forma musical según la cual se comunica a los directores su no renovación vía telefónica. Rumores apuntan a que Brotons no dirigirá los próximos conciertos que ya tiene contratados. Esperemos que sean solamente eso, rumores. La educación y el buen hacer deben primar sobre las desavenencias artísticas.

*Orquestra Simfònica de les Illes Balears

Mia Laity, violín. Guerassim Voronkov, director. Obras de Rimski-Kórsakov, Tchaikovsky y Beethoven.

Teatre Principal de Palma. 15 de febrero de 2013