­­-Hace un año, y en formato más íntimo, presentó en la isla las nuevas canciones de este ¡¡Buenos días, mundo!! en el que apelaba al optimismo¿Aún se despierta con esa energía?

-Es cierto que, doce meses después, no estamos mejor, pero aún me quedan ganas y fuerzas para ser optimista. Las cosas se están forzando mucho y por algún lado tendrán que estallar. Yo creo que la realidad nos va a obligar a cambiar nuestra forma de concebir el mundo.

-¿Vamos por el camino correcto?

-La verdad es que deberíamos reflexionar sobre qué tipo de crisis padecemos realmente. Evidentemente es económica, pero también de valores. Aún así tengo mucha fe en el ser humano, quizás por eso aún creo en un futuro mejor.

-¿La música como vía de escape?

-La música en general lo que nos da es aire.

-Llenar estadios o aforos de teatro ya es una utopia...

-Es que lo importante y lo primero es comer. Pero no puedo quejarme. La gente sigue viniendo a mis conciertos y lo menos que puedo hacer es dejarles satisfechos. Vamos, que no me bajo del escenario hasta estar convencida de que todos salen con una sonrisa en los labios.

-Su ¡¡Buenos días, mundo!! lo había concebido como un disco para el directo. Tras un año de gira, ¿lo ha comprobado?

-Nació con esa idea y, francamente, lo hemos logrado. Ahora estamos ofreciendo unos conciertos muy enérgicos y llenos de rock. Aunque me debo a mi público y nunca sé cómo acabará el recital. Incluso me piden villancicos en pleno mes de febrero. (Risas)

-Sé que ha estado seis meses actuando fuera de España. ¿Desde lejos se nos ve mejor?

-¡No creas! Llegan las noticias a través de la televisión. Lo que la gente ha de entender es que también hay crisis en otros países y que más o menos, todo el mundo busca sobrevivir. Lo que sí me ha dado miedo es ver cómo el nuestro es ya un país sin esperanza. Ya no hablamos de tristeza, que es pasajera, sino de otra sensación. Y me preocupa porque realmente se saldrá adelante.

-En su tema Trocito de cielo habla precisamente de hipotecarlo. ¿Hablamos de los bancos?

- (Risas) Nos han educado en una sociedad de consumo y, francamente, el dinero no crea emociones. Al revés sí. Si amas lo que haces, si pones pasión en lo que te gusta, probablemente se pueda hacer fortuna.