Es difícil descontaminarse del ajetreo mediático sobre Mel Gibson, su machismo y filofascismo. Quizás relacionado con eso, en sus dos últimas películas interpreta a dos lunáticos en busca de redención. En El castor fue un ejecutivo desquiciado y recuperado mediante pseudeventriloquía con un peluche. En Vacaciones en el infierno encarna a un delincuente pasado de vueltas que, tras robar varios millones de dólares, acaba en una abarrotada cárcel mejicana e intenta evitar que un chico se convierta en donante forzoso de hígado a beneficio del narcotraficante que gobierna de facto el penal.

El título original de la película es, traducido, Atrapad al gringo o, en otros países, Como pasé mis vacaciones de verano. Ambos son más indicativos del tono de la película: comedia de acción desacomplejada con toques de Tarantino, Robert Rodríguez, spaguetti-western e incluso Sam Peckinpah (un tiroteo que emula a Grupo Salvaje; trazas argumentales de Traedme la cabeza de Alfredo García). Mel Gibson, guionista además de la película, lleva todo al límite: Atractiva y repulsiva a la vez ambientación del presidio, humor negro, un par de escenas no aptas para estómagos sensibles (una de tortura y otra de quirófano), algunas frases muy brillantes y otras muy planas, así como el desenlace casi de cómic infantil. Como actor vuelve a bordarlo. Sobreactúa, sí, pero es lo que pide el papel. Como comedia negra desmadrada Vacaciones en el infierno está bien. Sin embargo se queda ahí, en una "tarantinada" más, sin llegar a hurgar más en las causas de la pobreza y la extrema corrupción en la frontera entre Méjico y Estados Unidos.

Vacaciones en el infierno

Estados Unidos, 96 minutos

Director: Daniel Grünberg

Actores: Mel Gibson, Kevin Hernandez, Daniel Gimenez Cacho, Dolores Heredia

Cines: Ocimax, Porto Pi Terrazas, Cinesa Festival Park