El profesor y experto en cine Jaime Llabrés inauguró ayer con una "charla desordenada" y una buena dosis de sabiduría y humor el ciclo Rosebud, una de las palabras más mitificadas dentro de la historia del cine que, como recordó el conferenciante, pertenece a la película Ciudadano Kane de Orson Welles, es balbuceada por Charles Foster Kane en su lecho de muerte y es el nombre del trineo que tenía el rico magnate cuando era pequeño, algo que el espectador descubre al final de la proyección.

Como Rosebud, Llabrés habló de lo que le hace feliz, el cine, al que se asomó en la infancia, en salas ya perdidas como el Capitol o el Moderno, donde vivió "experiencias inolvidables" que le hicieron "viajar por mar y por tierra, combatir contra los indios y, por supuesto, enamorarme, como hice con La mujer pirata de Jacques Tourneur", recordó.

"Ortega y Gasset dice que el primer proceso en el enamoramiento es el encantamiento", apuntó, y Llabrés pronto quedó "hechizado" por las imágenes, las del séptimo arte, sobre el que ayer decidió profundizar en la relación entre educación y cine. Antes que nada, el profesor aclaró que reivindica el verbo "gustar" frente al de "interesar" y subrayó que entiende el cine como "un arte, además de una fábrica de sueños", algo que "dificilmente" los pioneros sabían.

Un arte que aglutina literatura, fotografía, pintura, arquitectura y música y que, sin duda, "también puede educar". A modo de ejemplo proyectó algunos momentos de películas, como The Thin Red Line (La delgada línea roja), un "canto a la naturaleza y una reflexión sobre la maldad inherente al ser humano" en el que Terrence Malick nos recuerda que "en la serenidad del último aliento se oculta la inmortalidad".

Parafraseando a Sergei M. Eisenstein, el director de El acorazado Potemkin, señaló que "el cine opera de la imagen a la emoción y de la emoción a la idea", y a la hora de destacar dos títulos de películas que abordan el tema escolar citó a Cero en conducta, cinta francesa de 1933 dirigida por Jean Vigo, y Los cuatrocientos golpes de François Truffaut, de la que también escogió una escena para apuntar que su duro, represivo y miedoso profesor "está en las antípodas" de ese otro maestro al que dio vida Fernando Fernán Gómez en La lengua de las mariposas, filme que da toda una lección sobre la amistad, el miedo y el terror.

"Para ser un buen maestro no hace falta ningún título, solo sentido común y sensibilidad", comentó.

El que fuera profesor de Montesión aplaudió las aulas de cine y la sistematización pero advirtió que "la instrucción no tiene que anteponerse al amor y al placer".

Llabrés aseguró que fue educado en la tolerancia a través de películas como Flecha rota, dirigida por Delmer Daves y protagonizada por James Stewart; en el pacifismo con Senderos de gloria de Stanley Kubrick; o en la profesionalidad gracias a Solo los ángeles tienen alas, de Howard Hawks.

En el turno de preguntas, Llabrés confesó que El sur "es una de las mejores películas en la historia del cine español", categoría en la que también entran títulos como Calle Mayor de Juan Antonio Bardem o Calabuig de Berlanga, con la que se reconcilió "con la condición humana"; mientras que en el capítulo de obras maestras en cuanto a educación destacó Matar un ruiseñor y Qué bello es vivir, películas que educan "sin caer en el sermón".