Después de sus últimas y fracasadas actuaciones en España, parece que New Order ha reseteado su disco duro. El repertorio es el mismo de siempre, pero el modo de encarar las canciones ha dejado atrás un modo de proceder funcionarial que aburría como una ostra a quien hubo de soportarlos. De esta regeneración dejó constancia ayer en el Mallorca Rocks el quinteto de Manchester, en un concierto que resultó solvente y más que correcto. Fue de agradecer que la banda no diera muestra de bajones a lo largo de hora y media de actuación. Una constancia que dejó claro que se había recobrado vigor y sobre todo ganas de agradar. El público, local al 90% -los británicos son más agosteños-, agradeció el espectáculo que arrancó con una intro instrumental. A continuación sonaron Crystal, Regret, la gran Ceremony o Age of Consent. Poco faltaba para llegar al manojo de éxitos, entre ellos Isolation (de Joy Division), Here to Stay, Love Bizarre Triangle, 586, Perfect Kiss o True Faith. Algunos de estos temas han dejado atrás el sonido más ochentero, proyectándose al público modernizados. Un cambio que, era de esperar, dividió las opiniones del respetable.

El primer bis llegó con el hit superlativo que nunca se cansan de tocar, Blue Monday, mientras el bienhadado Bernard Sumner lanzaba un guiño a los compatriotas británicos: "¿Qué tal las vacaciones en Mallorca? Es un sitio perfecto, ¿eh?"

Luego se lanzaron a la hipnótica Temptation, banda sonora de aquella locura llamada Trainspotting, para concluir con puro populismo del bueno: Transmission y Love Will Tear Us Apart. El aderezo sensiblón: mensajito sobre pantalla de una banda que demuestra que sabe de dónde viene: "Joy Division Forever". New Order quiso gustar y gustaron. Ahí queda eso.

L.A., la banda local que les teloneó, también cumplió. En 45 minutos de concierto pueden pasar muchas cosas, pero básicamente tienes dos opciones: o sincretizar tu proyecto musical entero -con los distintos géneros que abarcas primando tus propios gustos-en casi una docena de temas, o dejarte de historias y hacer todas las concesiones al público (es decir, repertorio más efectista) para dejarlo exhausto en un abrir y cerrar de ojos. La banda mallorquina L.A. optó anoche mayormente por la primera opción quizá porque se presentaba ante público novato (el grueso de clientes británicos del Mallorca Rocks) con su repertorio. En lugar de optar por la velocidad fiestera que habría puesto del revés a uno de los parques temáticos más divertidos de Magaluf, el grupo hizo su concierto-muestrario (es decir, esto es lo que sé hacer), que fue resultón, por supuesto, pero no explotó. A lo largo de su actuación, sonaron temas de varios de sus discos y se combinaron baladas pegadizas (de armonía vocal impecable) con otros más rockeros que bien espolearon al respetable.

El líder de la banda, Luis Alberto Segura -con un aspecto cada vez más atildado (es un piropo)- arrancó con los primeros acordes de Over and Over, el tema que abre su nuevo e.p. SLNT FLM. Posiblemente el público mallorquín era el que más esperaba estas canciones: había mucha curiosidad y una necesidad imperiosa de llevar a cabo una primera audición en directo de unos temas que suenan orgánicos y casi sin artificios en el disco, gracias a una producción que confería una dimensión vintage a todo el trabajo. Es importante dejar constancia, pues, de que su ejecución final fue satisfactoria y que los temas no quedaron insulsos en el directo. La banda los tocó con seguridad, todos menos menos el guitarrista Carlos Pilán, ayer ausente. No supimos muy bien por qué.

Después de una resuelta y siempre infalible Hands (de su cuarto disco Heavenly Hell), Luis saludó en trilingüe: castellano, inglés y catalán. "Hola, ¿cómo estáis? Somos de aquí, de Mallorca, una isla del Mediterráneo", se lanzó. Sonó a continuación Older, e intercaladas con otras canciones de otros álbumes, The Letter y Leading Role de SLNT FLM.

Se agradecieron mucho So dramatic, rockera, con buen ritmo, rematada con un "Ja hi som" del cantante cuando un guarda de seguridad acompañaba a un joven británico hacia la salida por ir algo desbravado. Normal, esto es Mallorca Rocks.

Y el concierto continúa. Sobran las palabras con la convincente Stop the clocks, todo son parabienes cuando suena. Outsider saldó la actuación, una estupenda chulería de rock acelerado que marcó un camino interesante que se cerró demasiado pronto; es decir al final del concierto. Pese a todo, la caverna dijo que L.A. cumplió muy bien con su trabajo. Lo que no sabemos es si consiguieron nuevos fans en los 45 minutos que sonaron.