­Que un artista pinte cajas de vino y después se expongan en una galería de arte no es ya novedad ninguna. Tampoco lo es que se haga bajo una total y absoluta exclusividad, dirigido únicamente a los clientes "exquisitos" que se pueden permitir el placer de adquirir una de las viviendas que oferta la inmobiliaria First Mallorca. Lo que por encima de todo ha llamado la atención de Guillem Crespí -que ya pintó en su día otras cajas portadoras de caldos de la bodega mallorquina- es la comunión que resulta de la idea original de la inmobiliaria, con el resultado final. Y es que First Mallorca, en un intento de agradecer a sus clientes la confianza depositada en ellos, apostó por regalarles arte, negociando con Macià Batle la creación de 100 maletines únicos que portarían una selección especial de sus mejores vinos y que irían numerados y decorados en exclusiva uno a uno.

De esa selección personalizada, 25 piezas corresponden al artista Xavier Llull y el resto a Guillem Crespí, que tras ser pintadas han sido fotografiadas una a una. Con ello conseguimos -comenta Crespí establecer una relación entre la selección de vinos, los trazos dibujados sobre los maletines y las casas, puesto que será el cliente final el que decidirá en base a un catálogo qué caja es la que se asociará a su nueva vivienda".

Arte, vino y tierra. Una conjugación que a Crespí se le antoja muy acorde con su línea de pensamiento. El artista, que entre su temática es un fiel recurrente a los productos de la tierra (tomates, calabazas) animales (gallos) o instrumentos (violines, pianos), intentará exportar este planteamiento al resto de Europa. El objetivo es llegar reunir toda la documentación posible del proceso artístico y sus resultados y "llevarlo" a Berlín. ¿El por qué? Crespí cree firmemente en este planteamiento al que añade que "nunca antes una inmobiliaria había dedicado tanto dinero en arte", concluye.